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Reportaje:

El fracaso de un proyecto

La derrota ante el Bayern refleja el desacierto del Madrid en unos fichajes que le costaron 105 millones de euros

Diego Torres

"Es el fin de un ciclo", dijo, con aire perturbado, un veterano de la expedición del Madrid al salir del estadio de Múnich el miércoles por la noche. "Es muy simple", abundó; "o aciertas con los fichajes o no aciertas. Y los nuevos no han dado de sí lo que se esperaba de ellos".

Calderón no ha aceptado la dimisión de Mijatovic, aunque se la ha planteado en reiteradas ocasiones
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El partido de vuelta de los octavos de final de la Liga de Campeones, contra el Bayern, es el más importante de todos los que ha jugado el Madrid esta temporada. La ocasión requería que los jugadores dieran su máximo nivel. Era la hora de los reclutados el verano pasado con la pretensión de que condujeran al equipo hacia los títulos en los momentos decisivos. No fue así. El hundimiento afectó especialmente a los contratados por Ramón Calderón, el presidente. Sólo Van Nistelrooy, con dos goles y una asistencia en la eliminatoria, se comportó de acuerdo con las expectativas. Los restantes no comparecieron o lo hicieron de forma superficial.

Sometido a examen en Múnich, el proyecto deportivo de Calderón resultó ser un fracaso. De los ocho futbolistas que ficharon Pedja Mijatovic, el director deportivo, y Fabio Capello, el entrenador, sólo jugaron cinco. Y de ellos sólo uno, Van Nistelrooy, disputó los 90 minutos. Capello sustituyó a tres: a Emerson en el minuto 31; a Higuaín, en el descanso, y a Gago, en el minuto 75. A Diarra lo expulsó el árbitro en el minuto 81 por darse empujoncitos con Van Bommel.

De los tres que no pisaron la hierba, sólo Reyes lo hizo por una causa de fuerza mayor: sufría un esguince de rodilla. El sevillano ni siquiera viajó a Alemania. Sí lo hicieron Marcelo y Cannavaro. El italiano sufrió un problema muscular en el último entrenamiento y prefirió no arriesgarse. Tiene un agudo sentido del ridículo y, ante la posibilidad de realizar un partido deshonroso, optó por no jugar infiltrado. Este detalle no pasó inadvertido en el vestuario. Algunos compañeros, viendo que otros se infiltran y que juegan en las grandes ocasiones, opinaron que Cannavaro se permite la misma clase de lujos que Emerson. Es decir, que pacta con Capello para jugar discrecionalmente. "Con Italia sí que habría jugado", comentaron. El caso del brasileño es menos escabroso. Mijatovic lo fichó porque marcó un gol a Gales en un encuentro amistoso con la canarinha. A Capello no le convence. Tan poco cree Capello en Marcelo que frente al Bayern le mandó a la grada.

La sucesión de desaciertos se prolonga. No se conocen las causas por las cuales Calderón no aceptó la dimisión de Mijatovic cuando se la ofreció. Esta confidencia la hizo el propio presidente, tras el partido del miércoles, en el programa El Larguero, de la Cadena SER. Según Calderón, el director deportivo le ofreció su puesto en reiteradas ocasiones durante los últimos meses. "No quiere ser un estorbo", explicó. El presidente, que debe considerar que Mijatovic le resulta útil para algo, lo persuadió de que siguiera.

Mijatovic no es el único que apunta hacia la puerta de salida. Capello también quiere dejar el club. Pero, a diferencia del montenegrino, el italiano no disimula sus intenciones. Lo advierten a diario futbolistas y empleados del Madrid, que, dicen, observan al italiano más "vacilón" que nunca, "maleducado" y "jeta".

La plantilla del Madrid ve a Capello como un cuerpo extraño. Tan precaria se hace la relación que hasta el propio Cannavaro, su adláter, critica al técnico en privado. Los jugadores sienten que no se entrenan bien. "Estamos físicamente muy mal", se quejan. Creen que la displicencia del técnico ha generado una inercia de abandono. No hay reacción. Nadie espera ganar la Liga. Competir comienza a experimentarse como un fastidio.

Capello ha perdido la fe en todo lo que se relaciona con el trabajo. Tal vez también sospecha de sí mismo. Da síntomas de estar harto de su personaje. Acude a los entrenamientos sin energía. Lo deja todo en manos de Toni Grande, el ex ayudante de campo de Vicente del Bosque, o de su preparador físico, Massimo Neri. Practica un cinismo tan extremo que va diciendo por el club, a sus hombres de confianza, que los malos resultados no son culpa suya, sino de los jugadores. "Este equipo no es bueno", sentencia, como si él mismo no fuera el principal responsable del diseño de la plantilla dando de baja a siete futbolistas (Ronaldo, Juanfran, Pablo García, Diogo, Gravesen, Woodgate, Baptista y Soldado), marginando a tres (Beckham, Cassano y Pavón) y fichando a ocho por valor de 105 millones de euros. Bajo su dirección, el Madrid hizo la inversión más grande en contrataciones que se ha hecho en España en las últimas temporadas. Pero a Capello le resulta insuficiente.

Ya no pide Capello fichajes. Ahora sólo reclama que le dejen irse y que, eso sí, le paguen esta temporada completa y una más. Calderón dice que, si no le ha echado, "no es por un problema de dinero". Pero, acto seguido, agrega que Capello, para marcharse, se conformaría con cobrar "otro año". Es decir, cuatro millones de euros más. Sólo por hacer el equipaje.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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