Otro año camino del infierno
El Madrid encaja un gol a los 10 segundos y es incapaz de superar a un Bayern que acabó desfondado
El Madrid está a un paso de cerrar otro año en el infierno. Desterrado de la Copa y fulminado en la Liga de Campeones, sólo un terremoto en la Liga le impediría cerrar su cuarta temporada consecutiva sin títulos. Todo un batacazo para una institución que cruzó de siglo con la etiqueta de mejor equipo de la historia, para un club que hace nada se sentía lunar. Hoy es un equipo sin rumbo, al borde de la catarsis, descuartizado por un técnico, Fabio Capello, al que el mando actual entregó poderes sobrenaturales. El vestuario está tan despistado y desorientado que actualmente no le sobra de nada y en un futuro inmediato le hará falta de todo. En Múnich aumentó su fatal ciclo.
BAYERN MÚNICH 2 - REAL MADRID 1
Bayern: Kahn; Sagnol (Görlitz, m. 84), Lucio, Van Buyten, Lahm; Salihadmizic, Hargreaves, Van Bommel, Schweinsteiger; Podolski y Makaay (Pizarro, m. 68). No utilizados: Rensing (ps), Demichelis, Scholl, Santa Cruz y Ottl.
Real Madrid: Casillas; Torres, Sergio Ramos, Helguera, Roberto Carlos; Emerson (Guti, m. 31), Gago (Robinho, m. 75), Diarra; Raúl, Higuaín (Cassano, m. 46) y Van Nistelrooy. No utilizados: Diego López (ps), Salgado, Mejía y De la Red.
Goles: 1-0. S. 10. En el saque inicial, Roberto Carlos pierde el balón ante Salihadmizic, quien centra sobre la meta de Casillas y remata Makaay. 2-0. M. 67. Lucio cabecea un córner ejecutado por Sagnol. 2-1. 82. Van Nistelrooy, de penaltiI cometido por Lucio sobre Robinho.
Árbitro: Lubos Michel (Eslovaquia). Amonestó a Sergio Ramos, Podolski, Guti y expulsó a Van Bommel y Diarra (m. 81) por dos amarillas.
Lleno, unos 69.000 espectadores en el Alianz Arena de Múnich.
El fulgurante gol local dinamitó el pedregoso plan de Capello, más italiano que nunca
Guti lideró el arreón final, cuando un penalti a Robinho hizo soñar un rato al Madrid
Tan desventurado anda este Madrid que es capaz de derrotarse él solo en diez segundos. Todo un récord. Capello desprecia tanto la posesión que su equipo entregó de forma parvularia la primera. En el sorteo le salió cara y eligió el saque inicial: Higuaín dio el banderazo para Van Nistelrooy, éste hizo rodar la pelota hacia atrás, para Gago, que se asoció con Roberto Carlos. Pura rutina, la habitual jugada protocolaria a la que nadie en la grada presta demasiada atención. Algunos futbolistas, por lo visto, tampoco. Roberto Carlos, que aún se veía en el calentamiento, se dejó birlar el balón por Salihamidzic, que llevaba una semana enchufado al partido, y se dio a la carrera por el costado del brasileño.
Su servicio al área fue ejecutado por Makaay. Total: diez segundos esperpénticos del Madrid. El equipo no se dio por enterado y tras el descanso consintió que Van Bommel se presentara solo ante Casillas, que acertó a desviar la pelota. Van Bommel no superó el registro de su compatriota Makaay por algún segundo. Un síntoma elocuente de la disparatada temporada que lleva el equipo madridista.
El fulgurante gol local dinamitó el pedregoso plan de Capello, al que le dio por ser más italiano que nunca. El técnico prescindió de Guti y quiso blindarse con tres abnegados pivotes en el eje: Diarra, Gago y Emerson. El resultado fue justo lo contrario de lo pretendido por el entrenador.
El Madrid no tuvo costuras. Capello había pregonado a sus íntimos que quería ahorrarse el asalto de centrocampistas como Van Bommel y Schweinsteiger. Pues mientras estuvieron al frente, sus tres fogoneros no lo consiguieron. También quería evitar que sus rivales se apropiaran de los rechaces defensivos. Pues no, el Bayern se quedó con todos. Puede que con el techo de Emerson y Diarra también hubiera visionado la fórmula ideal para cerrar el espacio aéreo. Pues nada, Lucio imitó al Lucio del Bernabéu y, al igual que en el partido de ida, marcó un gol de cabeza. Cierto que para entonces ya no estaba Emerson, al que a Capello no le quedó otro remedio que camuflar, esta vez fuera de Chamartín. A la media hora, con el Bayern en ventaja y el Madrid a la deriva, el mister, fiel a su costumbre, rectificó: Guti devolvió a Emerson al banquillo. Y el Madrid se volvió menos ortopédico.
La entrada de Guti alivió al equipo español, que a sus pies logró acercarse a Kahn. A punto de bajarse el telón del primer tramo, el propio Guti, tras una pared con Higuaín, estuvo cerca del gol, pero su remate se desvió unos centímetros. A continuación, el segundo capitán tiró de escuadra y cartabón y su preciso pase a Van Nistelrooy fue peinado por éste cuando se adivinaba un sencillo cabezazo. Con Guti al timón y el espíritu de Raúl, el Madrid al menos rebajó el sofocón inicial. Guti y Emerson marcan la diferencia entre querer ser toro o torero.Fue el propio Guti quien lideró el arreón final, cuando un penalti a Robinho hizo soñar al Madrid y destempló al Bayern, hasta entonces, desde el primer segundo muy superior.
El atropello de Lucio a Robinho sacó de quicio al partido. Mientras Van Nistelrooy esperaba para batir a Kahn, Van Bommel y Diarra se abroncaron hasta ser expulsados. A un gol de superar la ronda, el encuentro se alborotó de tal forma que del estruendo final casi saca tajada el Madrid, que hasta se vio en cuartos con un gol de Ramos que el árbitro invalidó por mano del defensa andaluz.
Pero el Madrid había llegado tarde a Múnich. Tarde y lastrado por un proyecto fallido desde su arranque con la contratación de Capello, sacudido de mala manera en el mercado invernal por los caprichos del italiano y sepultado a tres meses del final de curso. Ahora el club tendrá que seguir el guión del italiano y rectificar. Puso el club en su trono y la herencia que le dejará no invita al optimismo.
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