"Quien resiste gana"
Carlota Castrejana logra a los 33 años el oro del triple salto
Para convertirse en leyendas no importa tanto que las historias sean verdaderas como que estén bien construidas, cuentan los mitólogos, pero no aclaran exactamente qué sucede cuando una historia tiene elementos suficientes para ser buena y además es verdadera. No explican, por ejemplo, si la trayectoria vital y deportiva de Carlota Castrejana, desde ayer campeona europea de triple salto, da para convertirla en ejemplar. Mucha gente, la que la conoce, la que la trata a diario en su trabajo, en sus entrenamientos, piensa que sí. Ella también comparte esa opinión. Ella misma, puestos a ello, puede incluso narrar las últimas 24 horas de su historia, las que median entre las pruebas de clasificación y la final, de una manera tal que convencerá incluso a los más escépticos de su valor dramático. También ella le dio título, un lema que tantas veces usó Cela en sus discursos y en su vida: "Quien resiste gana". En España y en Europa.
"Estaba encerrada, sin competir apenas, hasta que aquí me he liberado", dice la campeona
Carlota Castrejana sólo logró clasificarse para la final de ayer en el último salto del sábado. En el tercer intento. Saltó 14 metros justos. La primera vez en el año que saltaba esa distancia. El salto con el que rompía el sello. "Y esos 14 metros fueron la clave de todo", dijo; "esos 14 metros en el último intento me dijeron que era capaz de todo".
Era la primera vez este invierno que ella se lo decía a sí misma. Lo había oído muchas veces. Su entrenador, Juan Carlos Álvarez, se lo decía todos los días en sus medias jornadas de entrenamiento. "Estás como nunca, Carlota", le decía; "estás más fuerte, más rápida. Has mejorado en todo. Estás para saltar más que nunca". La falta de competiciones le impedía convertir los buenos entrenamientos en buenas marcas. "Estaba encerrada, sin competir apenas, hasta que aquí me he liberado", dijo; "pero sabía que podía saltar".
Los 14 metros del sábado se los soplaron. Su primer salto del domingo, 14,36 metros, se lo gritó. A ella y a toda Europa. Primera desde el primer salto. Sólo dejó de estarlo unos minutos, cuando la rusa Olesia Bufalova, una que llega del 400 vallas y en un año se ha convertido en una de las mejores, le superó por un centímetro en el tercer intento. "Y allí llegó mi segundo momento decisivo", dijo Castrejana; "el salto de Bufalova me obligó a superarme, a darle una respuesta inmediata". Inmediata y definitiva: 14,64 metros, nuevo récord de España. Mejor marca europea del año, segunda mundial. Una marca que la sitúa en la élite. Una marca que la dejó suspendida en las nubes. Desde Madrid, leyendo los resultados por internet, ya que TVE no transmitía la prueba, su entrenador, Juan Carlos Álvarez, intentaba mantener la frialdad. "Sabíamos que el récord era factibles", dijo; "esto la coloca ya a un nivel muy alto. Esperanzas para el verano. Pero, en los Mundiales de Osaka, las medallas estarán en los 15 metros. Hay que seguir progresando. Ahora, sólo Bufalova, una saltadora de 14,70, puede ganarla".
Pero Castrejana no pensaba ni en Bufalova ni en Osaka. Sí en los 15 metros, la marca que señala a las mejores de las mejores. "Voy a por los 15 metros", le hacía gestos a Ramón Cid, el técnico que le ayudaba en los talonamientos. Y, empujada por esa energía interna, por la consciencia de que estaba viviendo un momento dulce, único, que no podía desaprovechar, Castrejana se lanzó una y otra vez por la calle, sus largas piernas perfectas en la zancada, las rodillas bien altas, todo clavado. Fue el mejor concurso de su vida (al 14,64m le siguieron 14,41m y 14,28m) aunque no llegara a los 15 metros.
Llegó a lo más alto del podio. Su sueño. Su gran ilusión. El motor que la empujó a dejar un deporte colectivo como el baloncesto, que la convirtió en olímpica en Barcelona 92, por uno individual. El podio. El himno. La gloria. "¿Cuándo me tocará a mí?", preguntaba y preguntaba. Ayer. Quien resiste gana. "Y estaba tan a gusto allí arriba que no quería que terminara nunca el himno", dijo Castrejana; "he disfrutado mucho. Cuesta mucho subir. Y, encima, me lo merezco. La marca merece el premio".
Carlota tiene 33 años, pasa la mitad de su jornada laboral entrenándose y la otra mitad, la tarde, en las torres KIO, trabajando en un bufete de abogados. Pero que a nadie se le ocurra preguntarle por una fecha límite de su carrera deportiva. Torcerá el morro. Pero responderá: "Estoy en el mejor momento de mi vida, pero mis objetivos son inevitablemente siempre a corto plazo. De todas maneras, una cosa es mi edad y otra la edad en que empecé con el atletismo [antes del triple se dedicó unos años al salto de altura] y la ilusión con que lo hago. Por eso siempre digo que mi generación es la misma de Ruth Beitia, de Concha Montaner, de Naroa Agirre". De las tres más jóvenes que con ella han logrado el milagro de que el atletismo español tenga una especialista de gran nivel en las cuatro pruebas de saltos, las cuatro que se han empeñado en convertir su historia en una leyenda.
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