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Crónica:DON DE GENTES
Crónica
Texto informativo con interpretación

No se lo digas a nadie

Elvira Lindo

Que me perdonen mis enemigos, pero soy casi feliz paseando por Miami Beach, el único barrio miaminesco en el que no te toman por loco si vas andando.

"CUBA ES EL ÚNICO país del Tercer Mundo que tiene una colonia en el primero: Miami". El chiste es bueno, pero no es mío. En esta colonia cubana estoy, en el corazón de Miami Beach. "Trabajando, sí, trabajando duramente", como decía el negrito de la canción. Hay que advertirlo para que los que piensan que te pegas una vida insultante (no de negrita, sino de dueña de plantación) no te tengan más manía de la que ya te tienen. Me encanta Miami Beach, pero no se lo digas a nadie. Y aquí estoy, paseando duramente, con las manos en los bolsillos. Sería conveniente añadir, para no aumentar la inquina del lector rencoroso, que estoy un poquito enferma, como hacía Mihura después de un éxito; que tengo un herpes que me cruza la cara o una de esas enfermedades de las encías que mi dentista tiene en fotos enmarcadas, a lo Hannibal Lecter, que te advierten de cómo acabará tu boca si no le pagas al dentista el impuesto revolucionario; pero no mentiré, con la salud no se juega. Siempre me ha dado miedo que me pase como a una amiga, que para conseguir unos días de vacaciones en el trabajo mintió diciendo que su padre había muerto (bien es cierto que su padre había sido uno de aquellos históricos que se fueron a comprar tabaco). Mi amiga se fue, bailó, bebió y eso otro que hacían las chicas progres bien constituidas, y volvió al trabajo ojerosa, como de un entierro. "¡Qué mala sombra", me dijo ella cuando al cabo del año le dijeron que su padre acababa de morir, "¡ahora ya me quedo sin días de permiso!". Estoy en Miami, paseando duramente, y al ver a tanto americano retirado me acuerdo de mi "papá", como dicen los latinos. Yo, en Miami, y mientras mi papá, en Madrid, en su mesa del bar Mijares, donde va todos los días a las ocho a resolver el sudoku. Mi papá es hombre de sudoku diario. Cuando lo ha resuelto, mi papá piensa, envuelto en humo, en la amplitud del mundo, en mí, que estoy en Miami, y yo pienso en mi papá, en el bar Sudoku. Lo que es la sangre. Mi papá, siempre rodeado de esas torres de barrio tan tristonas de los años sesenta, pero donde vive infinitamente mejor que estos jubilados que pasan su vida haciendo cuentas para pagar un seguro médico que les permita morir en paz. Mi papá Sudoku se queja de vicio, pero a mí me gustaría traerlo aquí y que viera con sus ojos el poco caso que aquí se les hace a los papás. Pero mi papá, hombre de firmes convicciones, no vendrá, dice, hasta que Iberia no flete un avión para fumadores. Mi papá es uno de esos inquebrantables idealistas que aún confían en que se puede cambiar el mundo. Que me perdonen mis enemigos, pero soy casi feliz paseando por Miami Beach, el único barrio miaminesco en el que no te toman por loco si vas andando. Durante el desayuno, una jubilada de Massachusetts pregunta: "¿Es cierto que en Nueva York hay gente que va con bolsas de la compra por la calle?". Sí, sí, señora, es cierto, aquello es Sodoma y Gomorra. La gente no lleva la compra en el coche hasta el mismo interior de su casa, la gente carga a veces con bolsas de tomates hasta su domicilio. Eso me hace acordarme de mi suegro, que siempre se me aparece en sueños con dos bolsas de plástico cargadas de hortalizas, como si en el otro mundo le hubieran concedido lo que podía ser su paraíso: un viaje interminable de ida y vuelta al mercado. Estos jubilados de la Florida están más gordos de lo que nunca estuvo mi suegro o de lo que está mi papá, no saben que el secreto de la salud está precisamente en esos viajes diarios con bolsas de plástico. Pero no se acomplejan, muestran sus carnes en pantalones cortos. La mítica Barbara Walters le preguntaba a Hellen Mirren si era verdad que ella nunca llevaba pantalones. Mirren contestó: "Pantalones, jamás; tengo el culo gordo y las piernas cortas. Lo que no entiendo es cómo aquí va todo el mundo con esos pantalones cortos tan espantosos". Barbara Walters, sin mover una ceja (sus múltiples operaciones le tienen la cara inmovilizada), cambió de tema. Pues eso, me cruzo con turistas en shorts en este Miami Beach, prodigio del art déco que, sorprendentemente, aún no ha sido declarado patrimonio de la humanidad. Me dijo un amigo que será porque se considera un lugar frívolo lleno de antros petardos para maricas de playa. Yo más bien sospecho que la razón verdadera es que, para el americano cultivado, esto no llega a tener la categoría de histórico. Lo histórico está en Europa y es anterior al XVII. Pero no es cierto, estas pequeñas casas son la muestra de una concepción urbanística humana y bellísima que se frustró, aunque quedó retratada en el cine de los cuarenta de tal manera que uno siempre cree que de uno de estos night clubs va a salir Burt Lancaster, por poner el ejemplo de un señor ambiguo. A mí me gustan los señores ambiguos, esos que sea cual sea su condición sexual son caballeros con las señoras. Aquí en Miami conozco a uno, al más, al paradigma de la ambigüedad. Jaime Bayly, el escritor. Siendo ambiguo, cultivado e irónico ha conseguido ser respetadísimo y que un programa cultural tenga audiencia. Recuerdo cuando quedó finalista en el Premio Planeta y luego el jurado le afeó su literatura. Él contuvo la respiración ante el trance y contestó irónicamente que le habían creado un problema familiar, que su papá le instaba a devolver el dinero del premio. Yo entonces pensé que, aunque sólo fuera por una respuesta tan de Oscar Wilde, lo que se merecía el tipo era el premio gordo.

Una vista de Miami Beach (Florida).
Una vista de Miami Beach (Florida).ALBERTO FERRERAS

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Sobre la firma

Elvira Lindo
Es escritora y guionista. Trabajó en RNE toda la década de los 80. Ganó el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por 'Los Trapos Sucios' y el Biblioteca Breve por 'Una palabra tuya'. Otras novelas suyas son: 'Lo que me queda por vivir' y 'A corazón abierto'. Su último libro es 'En la boca del lobo'. Colabora en EL PAÍS y la Cadena SER.
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