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Reportaje:

¿Qué le pasó a mi hijo?"

Los huesos encontrados en Huelva son de un joven desaparecido en 1989"

Luisa Cabrera lo supo desde el primer momento. Desde el instante mismo en que el pasado verano vio por la televisión que, no lejos de su casa, habían encontrado el cadáver de una persona emparedada en un asilo de ancianos de Huelva. "Es mi hijo", afirmó mirando a la pantalla aquel 27 de julio. Siete meses después le ha llegado la confirmación a su fatal vaticinio. El informe del forense afirma que el esqueleto encontrado es "compatible" con el de Juan Luis Rodríguez Cabrera, que desapareció en 1989 cuando tenía 17 años. En el documento puede leerse que "existe una total coincidencia de los elementos óseos del cráneo con el rostro de la fotografía analizada". Sus huesos fueron enterrados el viernes 2 de marzo.

"Es mi Juan, yo lo sabía, es mi Juan", era la rabiosa letanía que repetía Luisa un día después de que le confirmasen que era su hijo el que había pasado 17 años dentro de la chimenea de una caldera, en una residencia de ancianos de la barriada onubense de La Orden. Un barrio cercano a El Torrejón, la humilde zona de Huelva donde reside la familia.

"Desapareció el 1 de abril de 1989. Era sábado. Me acuerdo perfectamente. Se había ido con unos amigos y una de las últimas personas que lo vieron fue una de sus hermanas. Juan estaba con unos, al lado del sitio donde lo han encontrado", recordaba Luisa en su casa, rodeada de cuatro de sus 10 nietos y fotos de sus siete hijos, de los que cinco le quedan con vida. "Hace cuatro años se murió mi Pedro con 32 años [un hermano mayor de Juan Luis]. Y ahora ya sé que antes se me había muerto mi Juan. Ya lo pensaba, pero siempre queda una esperanza, una ilusión de que siguiese vivo", se lamentaba Luisa, sosteniendo una foto de Juan Luis, un chico alto, delgado y moreno, al que le gustaba disfrazarse.

El hallazgo del cadáver supuso todo un misterio para los investigadores, que iniciaron las labores de identificación. Para Luisa no era necesario examen ninguno y comenzó por su cuenta un periplo por televisiones, radios y periódicos, refrescando a los onubenses la noticia de la desaparición de su hijo, 17 años atrás, y afirmando a los cuatro vientos que aquellos huesos eran los de Juan. Finalmente, el informe del forense le da la razón.

Lo que no se esclarece en el documento es la causa de la muerte del joven. "Del examen de los restos óseos no se puede establecer que se haya producido ningún acto lesivo con repercusión en el esqueleto". Ésta es la clave para que la policía judicial -el jueves decía no tener el informe forense- no haya abierto una investigación. Tampoco desde los juzgados se ha solicitado. Y es que los huesos de Juan se encontraban en muy mal estado, debido a las altísimas temperaturas que habían debido de soportar durante todos estos años en la tubería de calefacción. De hecho, la identificación del cadáver se prolongó mucho más de lo previsto a causa de ese deterioro. Si en un principio se barajaba uno o dos meses como tiempo necesario para obtener los resultados de los análisis, al final fueron necesarios siete meses.

Pero Luisa lo tiene claro. Ella cree que algo ocurrió para que su hijo terminase donde terminó. "Quiero saber qué le pasó a mi hijo. Porque él sólo no se metió allí", reclamaba. "Yo tengo mis sospechas de quién pudo estar implicado en lo que le pasó. Un día antes, mi hijo tenía miedo, porque se lo dijo a una persona cercana. Y al día siguiente de que desapareciese, pregunté en las tiendas y los bares cercanos y me dijeron que habían oído algo parecido a una pelea. Y después gemidos y llantos. (...) Alguien tiene que saber algo", prosiguió la mujer.

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Luisa confía en la justicia para que resuelva el misterio. Pero afirma que en el Colegio de Abogados le han dicho que mientras no haya investigación oficial, no puede contar con un abogado de oficio. "No tengo dinero, así que pido que alguien me ayude a pagar a un abogado criminalista para seguir con el caso. Porque necesito saber qué le pasó realmente a mi hijo".

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