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La vista oral vence a la conspiración | Juicio por el mayor atentado en España

La mezcla de dinamitas explica la contaminación

Un informe fotográfico prueba que explosivos distintos se juntaban en la mina Conchita en 2004

El reportaje fotográfico y la película de vídeo grabada por la Guardia Civil en la mina Conchita, de donde salió el explosivo que estalló en la mañana del 11 de marzo en cuatro trenes de Madrid, dejó inapelables muestras de la desidia con la que se manejaba la dinamitación en esa explotación. La llave de los polvorines se dejaba durante el trabajo a los pies de un árbol. El explosivo que sobraba se dejaba, tapado con un tablón o ramas. Nadie vigilaba la mina durante los fines de semana y los perros que allí permanecían, y no siempre, o estaban atados o cazando, que para eso los quería su dueño.

Endika Zulueta, abogado defensor de Raúl González Peláez, Rulo, pidió la exhibición en la sala del reportaje en vídeo y foto efectuado por la Guardia Civil durante la investigación de la mina y durante una inspección. Las imágenes lograron enmudecer a los que han mantenido contra viento y marea la tesis de que el explosivo utilizado en el 11-M no fue Goma 2 ECO porque esta dinamita no lleva entre sus elementos el dinitrotolueno (DNT), que sin embargo si está presente en la Goma 2 EC.

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La imagen de las bolsas con varios kilos de Goma 2 ECO y Goma 2 EC juntas, tiradas de cualquier manera, en bocaminas húmedas, tapadas con tablones y ramas, helaron el ánimo de los defensores de la teoría de la conspiración. Dejó en la vista oral otra prueba evidente de que en la mina Conchita había grandes cantidades de la Goma 2 que tiene dinitrotolueno y que los que arramplaron con ella seguro que no hicieron muchas distinciones.

Las fotografías e imágenes se habían tomado entre junio y octubre de 2004, algunos meses después de los atentados del 11-M. Y la Goma 2 EC, que supuestamente se había dejado de fabricar en 2002, estaba allí tirada ese año. Además, la fábrica estuvo fabricando los dos tipos de dinamitas simultáneamente durante un periodo.

Los defensores de las sospechas tampoco se quedaron convencidos al comprobar que la cantidad de DNT hallada en la dinamita no explosionada era tan ínfima (de apenas el 0,01%) que sólo podía ser causada por una contaminación (en la fabricación de la dinamita o en otros lugares). Tampoco la sentencia del menor conocido como el Gitanillo, condenado por entregar explosivos a Jamal Ahmidan, El Chino, de parte de Emilio Suárez Trashorras, les ha hecho mella.

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