Un paso atrás, dos adelante
El cambio de técnica de Manolo Martínez privará a España de su primera opción de medalla
El atletismo en pista cubierta es una modalidad a menudo desdeñada por las grandes figuras (pero en los últimos 40 años, los que tienen de historia las competiciones bajo techo, éstas han dejado su huella alguna vez) que sirve para rellenar seis semanas de invierno, para que los jóvenes empiecen a dejarse ver, para que los consagrados comprueben que el trabajo invernal ha sido positivo, para avivar algunos duelos morbosos y para que el atletismo español comience los años con un baño de medallas, una dinámica de éxito que genera ruido, presencia mediática y confianza de cara a lo que de verdad importa, los campeonatos al aire libre.
Aunque ahora las fluctuaciones en la voluntad de Marta Domínguez y su afirmación por encima de todas las dudas, gracias a fortalecedoras entrevistas con el presidente de la federación, José María Odriozola, amenaza con convertirse en uno de los grandes temas clásicos de la selección española, el verdadero gran clásico de las competiciones en pista cubierta ha sido en el siglo XXI, sin lugar a dudas, las imperiales actuaciones del lanzador de peso Manolo Martínez, acostumbrado a abrir la cuenta de medallas. Y ello por dos razones: porque la competición de peso siempre se coloca en la jornada inaugural y, obviamente, porque Martínez casi nunca ha fallado en su desempeño medallístico: entre 2000 y 2005, el atleta leonés ha conseguido cinco medallas en pista cubierta, un oro y un bronce mundiales, y un oro, una plata y un bronce europeos.
"Con el antiguo estilo nunca iba a poder mejorar mis marcas", explica el atleta leonés
Esta rutina brillante, sin embargo, se romperá con casi toda probabilidad hoy en la jornada inaugural de los 29º Campeonatos de Europa en pista cubierta que se celebran hasta el domingo en la lluviosa, desapacible y fría (quién habló de cambio climático) Birmingham (Reino Unido). La primera medalla para España no llegará desde la bola de peso de Martínez, sino, probablemente, desde los 60 metros vallas de Jackson Quiñónez, que debuta como español.
En el mismo escenario en el que en 2003 se proclamó campeón mundial con un lanzamiento de 21,26 metros, Martínez no llegará seguramente ni a los 20 metros, con lo que aspirará, como mucho, a clasificarse para la final. Lo cual no constituirá, de ninguna manera y aunque lance dos metros menos que hace cuatro años, un fracaso, sino, en todo caso, un éxito: pocos deportistas hay que a los 32 años decidan aplicarse la máxima leninista de dar un paso atrás en su carrera para lograr dar dos pasos adelante, de retroceder para tomar impulso, que es lo que ha decidido el gigante leonés adoptando una nueva técnica de lanzamiento: del estilo en línea, el que ha estado cultivando en los últimos años, con el que ha conseguido una marca (récord de España) de 21,47 metros y un hueco entre los mejores del mundo, se ha pasado al estilo de giro, similar al movimiento de los discóbolos, estilo en el que es un perfecto novato y con el que ha conseguido, hasta ahora, un lanzamiento máximo de 19,28 metros.
Desde hace tres años, aquejado de enfermedades, lesiones, pérdida de peso y de volumen, Martínez no ha llegado a lanzar 21 metros, lo que, de alguna manera podría indicar un declive y una desmoralización. Por eso, a finales de la temporada pasada, Martínez y su entrenador de toda la vida, el sabio Carlos Burón, se sentaron a analizar la situación y decidieron hacer por fin realidad una idea que les rondaba desde hacía años, dar el salto al estilo giratorio. "Cuando se lo planteé, vi en sus ojos la ilusión", dice Burón. "Vi más motivación, lo que ya es un dato; y que encima se lo plantee hablando de objetivos a dos o cuatro años vista, es también importante".
"No, no es una decisión tomada a la ligera o tras un calentón, sino algo meditado y con visión de futuro. Con el antiguo estilo nunca iba a poder mejorar mis marcas", explica Martínez. "Ningún lanzador lineal ha pasado de 22 metros; el que más está en 21,70, y pasar de 21,47 para mí sería imposible".
El estilo de rotación es similar al de lanzamiento de disco y muchos de los que lo utilizan simultanean ambos lanzamientos, pero ello no significa que hayan mamado primero el disco, entre otras cosas porque no dan la talla: los discóbolos son generalmente mucho más grandes. "Por regla general, los que lanzan en rotación, un estilo que come más espacio, son más pequeños que los de línea [Martínez mide 1,85 metros y pesa unos 130 kilos], que con mucha facilidad se saldrían del círculo dando estos pasos", dice Burón. "Con la rotación hay que ser más hábil, tener más sentido del equilibrio, unos factores innatos. Manolo tiene unas sensaciones diferentes porque la forma de conseguir ahora la velocidad es diferente, entran en juego otras masas musculares, una percepción espacial diferente. Por eso, el paso al nuevo estilo aún no es definitivo. Después de Birmingham volveremos a sentarnos y a valorar, porque el riesgo tiene que estar acompañado de resultados dignos. Si no, no vale la pena".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.