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Entrevista:LLUÍS PASQUAL | Director de escena

"La ópera es un arte de fanáticos"

Ferran Bono

Lluís Pasqual (Reus, 1951) es el director escénico del estreno de la ópera Simón Boccanegra, de Verdi, dirigida por Lorin Maazel, el 9 de marzo en el Palau de les Arts. Le precede una larga y reputada experiencia teatral y operística.

Pregunta. ¿Ha actualizado el personaje de Simón, primer dux de la Génova del siglo XIV?

Respuesta. Cuando uno se enfrenta a Boccanegra se encuentra con una música extraordinaria y una libreto mediocre, desgraciadamente. Hay personajes y sentimientos, pero la trama es oscura, está mal construida. Así que uno toma la opción musical, como los que me han precedido.

P. ¿Puede explicar esa opción?

R. No hago más que utilizar la metáfora de Verdi sobre la soledad del poder. Boccanegra es un "autócrata", pero si uno entra psicológicamente se lo encuentra clamando paz y concordia. Para eso da igual que vayan vestidos de Dolce y Gabbana que del siglo XIV. Nos propusimos crear una cosa abstracta: espacios como contenedores musicales.

"La relación entre los directores de música y de escena se mitomiza, porque casi nunca se encuentran. El camino de ambos es paralelo".
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"Hace 30 años el gran esfuerzo era convencer a los cantantes de que tenían que actuar. Ahora nadie lo duda. Ha habido una educación"

P. ¿Le ha influido en su montaje los abucheos de parte del púbico del Real por su Don Giovanni, que trasladó a 1940?

R. En absoluto. A mí sólo me influye cuando la gente no va al espectáculo. Es la segunda vez que recibo abucheos en mi vida.

P. ¿El futuro de la ópera pasa por actualizarla?

R. Creo que la ópera es un arte de fanáticos, en el cual me incluyo, como los toros. La ópera necesita rehacerse: Renovó el canto en los cincuenta (el belcantismo, con la Callas como paradigma); vuelta a hacer sinfónicas las orquestas del foso (Karajan, Mutti); y luego, cuando la gente ve películas, necesita otra estética y se recurre al teatro. Es cíclico. Cuando se hace con talento, todo es estupendo y válido. Muchas veces el trabajo de actualizar no hay que ahorrárselo al espectador.

P. ¿Y la colaboración con Lorin Maazel?

R. Hubo una feliz coincidencia. Maazel me hablaba de un Simón minimalista y yo de un Simón musical. Luego dijo una cosa que me llevé a casa: Simón es una ópera hecha de silencio. Todo tiene que parecer muy fácil, aunque el mecanismo sea muy complejo. La relación entre los directores de música y de escena se mitomiza, porque casi nunca se encuentran. El camino de ambos, cuando es bueno, es paralelo.

P. En 1978 estrenó su primera ópera Sansón y Dalila. ¿En qué ha cambiado la ópera?

R. Hace 30 años el gran esfuerzo era convencer a los cantantes de que tenían que actuar. Ahora nadie lo duda. Ha habido una educación de público y cantantes.

P. ¿Es más complicado trabajar con los grandes divos de la ópera que con los del teatro?

R. Es igual. La diferencia estriba en que si Nuria Espert se resfría puede hacer una Medea con voz ronca; la soprano no puede cantar. Los más grandes siempre son los más fáciles, porque tienen más que ofrecer.

P. ¿Sigue soñando con la ópera cuando estrena, algo que no le sucede en el teatro?

R. No es que sueñe... La ópera tiene eso de bueno y de malo, que te vampiriza. No puedes escuchar nada más. Llegas a respirar al compás de la partitura.

P. Ha trabajado óperas de Wagner, Verdi, Mozart.... ¿Cuál es su compositor favorito?

R. Yo no bebo, pero los bebedores de güisqui generalmente no se toman un güisqui a las 10 de la mañana. Depende del momento.

P. Hace unos años, la Generalitat le presentó como uno de los pilares de la futura Ciudad del Teatro de Sagunto. ¿En qué ha quedado el proyecto?

R. Que yo sepa en nada. Como muchos otros proyectos, se queda por el camino. Me habían pedido asesoramiento, pero nunca llegó a fraguarse.

P. ¿Por qué no dirigió las Comedias bárbaras en la Nave, que al final hizo Bigas Luna?

R. Me habían pedido un espectáculo para la Nave, una saga. Y comenté que la única saga del teatro español eran las Comedias bárbaras. Luego sí fue para mí una gran sorpresa... pero me lo dijo Consuelo [Ciscar], no me enteré por la prensa... Además yo no podía por las fechas

P. ¿Qué opina del mega complejo del Palau de les Arts?

R. Todas las ciudades hacen este tipo de arquitectura. He estado en Bilbao, antes y después del Guggenheim, y lo que parecía una locura no lo es. Le ha dado la vuelta a Bilbao, que era fea y oscura. Es posible que pase lo mismo con Valencia. ¿Qué pasará con la ópera? Lo que quiera el público.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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