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Fútbol | Copa del Rey: el Betis-Sevilla, suspendido en el minuto 57

Una bronca tras otra

El público comenzó insultando a Oleguer y terminó rompiendo una luna del autocar del Barcelona

Àngels Piñol

Y a la tercera, en un partido tremendo, fue la vencida. Frank Rijkaard palmeó la mano de Messi para celebrar el final de la maldición que le perseguía en la Copa con el Zaragoza. Cayó el Barça en el primer año del holandés y también en el tercero. Y ayer la suerte cambió de bando. Con un fútbol primoroso, al primer toque y con una profundidad de delineante, el Barça remontó la eliminatoria en un plis plas y luego pasó 20 minutos finales de infarto tras el gol de Piqué. La Romareda, que se había preparado para una fiesta, vivió un partido al límite que acabó con una enorme trifulca en el césped mientras los dos entrenadores intentaban poner paz.

Ocurrió cuando el árbitro pitó el final y Jorquera levantó un puño y se fue a recoger su toalla levantando los brazos, mirando a la grada. Cayeron entonces objetos y Diego Milito chutó un balón con la intención de golpearle. "¿Pero qué haces?", le dijo el meta. "La concha de tu madre...", le replicó el argentino. "¿Qué quieres que haga si hemos ganado?", insistió el portero. César, que venía desde la otra punta del campo, se fue como una flecha a por Valdés, el portero del Barcelona, al que intentó golpear. Xavi, que se iba para los vestuarios tan feliz, giró la cabeza y con cara de desagrado, acudió raudo al auxilio de su compañero. Se armó una buena.

Rijkaard, que durante el partido se enzarzó dialécticamente con Víctor Fernández, el preparador del Zaragoza, con el que se dio la mano de inmediato -"no ha pasado nada, le respeto mucho", dijo al término del encuentro- intentó llevarse al guardameta del Barça camino de los vestuarios. "Tranquilo, hemos ganado. Ahora todo está bien, todo es bueno y bonito", le iba diciendo. El entrenador agradeció tras el partido la ayuda de "algunos futbolistas que han hecho como yo; tratar de mediar para que se calmaran los ánimos". Desde la grada se coreaban insultos como "¡Puta, Barça; puta Cataluña!".

Jorquera, que calificó el ambiente de La Romareda de "guapo" dio su versión de lo sucedido al final: "Nada, los nervios tipicos de una eliminatoria como ésta", dijo de entrada. Luego, explicó: "Me ha caído una lluvia de objetos espectacular y me he llevado una bronca del Zaragoza que no entiendo cuando lo único que he hecho ha sido irme a buscar mis cosas. Sí, he cerrado el puño, estaba contento, hemos ganado, ¿qué pretendían que hiciera?", dijo perplejo Jorquera.

Quizá pudo pensarse que la ausencia de Eto'o, que hace un año intentó abandonar el mismo césped por escuchar gritos racistas, iba a desactivar a la grada. La realidad fue otra.

A falta de Eto'o, Oleguer cargó primero con la ira de parte del público y luego le tocó a Messi, que pareció un jugador de esgrima, a quien se dedicaron frases como "¡Messi muérete!". Se cantaron otras como: "Ser del Barça es ser un subnormal". Los nervios llegaron hasta los banquillos cuando Víctor Fernández reprochó con el índice en alto a Rijkaard que se hubiera quejado de una falta sobre el argentino. Al final, ambos se estrecharon las manos. Cuando la grada ya cantaba "¡Liverpool, Liverpool!", Piqué, un jugador crecido en La Masia, hizo soñar al Zaragoza. El Barça llegó a semifinales sin Eto'o, con una enorme inyección de moral para el duelo de Anfield y con un Rijkaard que acudía a Zaragoza vendiendo la piel de cordero y que se libró de su maldición. Los azulgrana abandonaron el estadio en un autocar con una luna rota debido al lanzamiento de un objeto por parte de la hinchada zaragocista.

Las visitas del Barcelona a La Romareda no han sido partidos relajados, precisamente, en los últimos años. Desde la extraña e inolvidable expulsión que sufrió el central badalonés del Zaragoza Aguado en 1996, que fue precedida de la célebre frase "No me jodas, Rafa" que el árbitro Mejuto González le dijo a su linier Rafa Guerrero, que observó una agresión al zaguero portugués del Barcelona Fernando Couto en el área zaragocista, acción que en realidad protagonizó Solana.

También contra el Zaragoza, esta vez en el Camp Nou, Ronaldinho vivió su tarde más triste, al ser expulsado por primera y única vez de un terreno de juego desde que disputa la Liga española. Rodríguez Santiago le enseñó la tarjeta roja por interpretar que en la disputa de un balón había agredido a Cani. Esta misma temporada fue Motta quien, tratando de proteger el balón, impactó con su brazo en la cara de Diego Milito y se fue a los vestuarios antes de hora. El Barcelona remontó el encuentro gracias a una memorable actuación del gaucho. Los Zaragoza-Barça dan para mucho. El de ayer lo corroboró.

Zapater sujeta a César, molesto con la actitud de Jorquera al término del partido.
Zapater sujeta a César, molesto con la actitud de Jorquera al término del partido.REUTERS

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