Reclusos sometidos a vigilancia y seguimiento
Los capos gallegos de la droga reciben la misma clasificación que los terroristas islamistas o los miembros de la banda ETA. Se llaman Fies (Ficheros de internos de especial seguimiento). Los presos así calasificados tienen intervenidas las comunicaciones telefónicas y el correo ordinario. Cada seis meses los trasladan de cárcel y reciben asistencia psicológica. Su conducta y estado físico es evaluada por una junta de tratamiento.
También a estos reclusos se les restringen las visitas, y cuando pueden solicitar permisos de salida sus expedientes se estudian con detalle por parte de los responsables de cada prisión y del juez central de Instituciones Penitenciarias, quien tiene la última palabra en la decisión a tomar.
Hace años, pudieron disfrutar de algún privilegio, gracias a la vista gorda que hacían ciertos funcionarios que les permitían determinados privilegios con la comida o la utilización de teléfonos móviles. Pero en la actualidad las cosas han cambiado y fuera del menú de la prisión no puede entrar en las celdas ningún alimento que no se pueda adquirir en el demandadero de la cárcel, donde la lista de productos también es restringida.
Y en cuanto a los móviles, los centros de máxima seguridad ya cuentan con potentes inhibidores de frecuencias para impedir que la población reclusa pueda utilizarlos. Estas medidas de seguridad fueron reforzadas cuando en diciembre de 2002 se conocieron los detalles de cómo había planificado el abogado y narcotraficante Pablo Vioque el asesinato del fiscal Javier Zaragoza.
El control en las cárceles se supervisa continuamente porque puede suceder que las antenas emisoras que se instalaron para bloquear las comunicaciones dejen de cumplir su cometido con móviles de última generación.
De hecho, algunos países como Colombia han tenido que recurrir a los satélites para interceptar las llamadas.
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