La cuadratura del centro
François Bayrou consigue convertirse en el tercer candidato en los sondeos, con un 17% en la intención de voto
El candidato sorpresa de esta campaña presidencial francesa pretende encarnar el centro político, un espacio tradicionalmente exiguo en el país que inventó la división derecha-izquierda. De momento, François Bayrou ha conseguido convertirse en el tercero en liza. Los últimos sondeos le dan hasta un 17% de intención de voto e incluso hay los que determinan que, en una hipotética segunda vuelta contra el conservador Nicolas Sarkozy, le batiría. Él se lo cree y proclama que cabalga en una ola que le llevará al palacio del Elíseo.
Bayrou es un tipo meridional, de orígenes humildes, con una trayectoria en todo ajena a la de los miembros de las élites que dirigen Francia. Nació el 25 de mayo de 1951 en el pequeño pueblo de Bordères, en las faldas de los Pirineos, de una familia de agricultores. Estudió en la Universidad de Burdeos, donde se licenció en Literatura Clásica. La temprana muerte de su padre en un accidente laboral le forzó a ayudar a su madre en la explotación familiar. Se casó a los 20 años con Élizabeth y la pareja tiene seis hijos. Hace un mes lanzó su carrera al Elíseo desde su pueblo natal, para dejar claro que es el único candidato capaz de ordeñar una vaca y llevar un tractor.
Hace tiempo que ha triunfado como empresario y como político e incluso como enseñante y escritor. Es uno de los más prestigiosos criadores de caballos de pura sangre de Francia y tuvo tiempo de escribir una biografía de Enrique IV, Le roi libre, que fue un éxito editorial. Ahora pretende lo que los comentaristas -que ironizan con el tamaño de sus orejas- llaman "la cuadratura del centro". Lo cierto es que su candidatura crece cada día. Incluso entre las élites parisienses desengañadas de la izquierda y que detestan a la candidata socialista, Ségolène Royal. Ha llegado a situarse en tercer lugar en la carrera a la presidencia. Pero eso no sirve para nada. Sólo pasan dos a la segunda vuelta.
Profundamente católico, ligado a la tradición democristiana europeísta -en otro tiempo boyante y ahora a la baja en Francia-, entró en política a principios de la década de 1980, militando en la Unión por la Democracia Francesa (UDF), el partido centrista fundado para sostener al presidente Valery Giscard d'Estaign. En 1986 consiguió su primera acta de diputado.
Eduard Balladour, el primer ministro de la última cohabitación de François Mitterrand, le nombró ministro de Educación en 1993. En 1995, Alain Juppé le volvió a ofrecer la misma cartera a la que añade la educación superior y los programas de investigación y desarrollo. Paradójicamente, para un católico practicante, intenta entonces integrar el sector privado en la escuela pública. La patronal le monta una manifestación monstruosa en París. Acaba dejando el Gobierno, que de todos modos cae en manos de la izquierda socialista en 1997.
En 1998 se refunda la UDF y Bayrou se hace con el liderazgo. En las elecciones europeas de 1999 consigue casi un 10% de los votos. En 2002 se presenta a las presidenciales y acabó cuarto con un 6,84% por detrás del socialista Lionel Jospin. Tras el voto masivo por Jacques Chirac y contra Jean Marie Le Pen, Bayrou ofrece al inquilino del Elíseo un pacto para formar Gobierno. Pero Chirac impulsa la creación de la gubernamental Unión por un Movimiento Popular (UMP).
La mayoría de los diputados centristas, encabezados por el actual titular de Exteriores, Philippe Douste-Blazy, se pasan a la UMP. Su grupo parlamentario queda reducido a 30 escaños. Y el regalo de compensación es (una vez más) el Ministerio de Educación, que obtiene Gilles de Robien. Bayrou, pues, forma parte de la mayoría, aunque con un perfil diferenciado. En Bruselas, deja el Partido Popular Europeo y entra en las filas liberales. Y empieza a marcar distancias con el Gobierno de París.
Pese a la abierta resistencia de parte de sus filas (que, como Robien, se consideran satisfechos con su situación), Bayrou se desmarca más y más de la acción del Ejecutivo de Dominique de Villepin. La ruptura llega finalmente en febrero de 2006 cuando él, personalmente, y una parte de los diputados de la UDF, votan a favor de la moción de censura presentada por la oposición socialista en relación con el escándalo de supuesta corrupción del caso Clearstream.
Cuando se acerca la campaña electoral denuncia la confabulación de los medios que dan por hecho que la presidencia se dirimirá entre la socialista Royal y el conservador Nicolas Sarkozy. "El dinero y la política deben estar separados", dice entonces, "sobre todo cuando los poderes económicos poseen poderosos medios de comunicación".
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