Regreso a lo grande
El Cirque du Soleil impresiona con 'Alegría'
A los 12 años de su estreno y casi tras nueve desde que se presentó por primera vez en Barcelona, Alegría, el montaje con el que el Cirque du Soleil se dio a conocer en nuestra ciudad, ha vuelto y lo ha hecho a lo grande. Y es que lo que más impresiona de esta formación multinacional son los números, tanto los que se ejecutan sobre la pista como los que cuantifican cada espectáculo, y que en el caso de Alegría son los siguientes: la gira la componen 130 personas entre las que se incluyen 3 profesores, 2 fisioterapeutas y 4 cocineros; se mueven en 60 tráilers que trasladan unas 800 toneladas de equipo; una vez instalados, viven en una auténtica ciudad sobre ruedas totalmente autosuficiente, con escuela incluida, de 20.000 m2; el vestuario está formado por 200 vestidos, 300 pares de zapatos, 100 pelucas y 22 máscaras de pájaro; para la confección los trajes se han utilizado unos 500 ovillos de hilo, unos 2.500 metros de hilo de seda, unos 1.000 metros de trenzas, unos 1.500 de encaje, unos 11 kilos de purpurina y 1.000 botones sólo para los vestidos de las dos cantantes; sobre el escenario hay más de 50 intérpretes, cuyas edades van desde los 11 a los 64 años y provienen de 14 países distintos, de los cuales hay dos del reparto original que llevan más de 3.000 funciones sobre sus espaldas, ya que hasta la fecha unos nueve millones de espectadores en más de 50 ciudades del mundo han visto Alegría.
Ninfas, 'ninjas' y ángeles se mueven al son de la música ejecutando números increíbles
Semejante despliegue ha de verse reflejado sobre la pista con un despliegue escénico que esté a la altura. Y así es. Concebido como un espacio en el que la alegría del título tenga cabida, el escenario del Grand Chapiteau viene a ser como una plaza en la que confluyen varias calles y por donde desfilan unos personajes ricamente ataviados que nos remiten a una época imaginaria de fantasía y magia. Ninfas, ninjas y ángeles se mueven al son de una música animada de raíces callejeras ejecutando números increíbles. Podría hablarles de las dos contorsionistas que parecen gemelas, Mergen Ulziibuyan y Senge Oyun Erdene, y describir lo que hacen con sus cuerpos de goma; de la gimnasta Masha Silaeva y sus ejecuciones con cintas y aros; de la danza tribal con mazas de fuego de Malli Makakigi Sumeo y Karl Santt; de Aleksander Dobrynin, el hombre volador; del grupo de trapecistas y su cuadro aéreo; del no menos numeroso grupo de acróbatas sobre barras rusas. Pero por mucho que me esfuerce, hasta que no vean con sus propios ojos lo que hacen, no me van a creer. Hay acciones que, cuando no desafían la gravedad, escapan a la lógica. La sincronía es perfecta, el ritmo, trepidante cuando se trata de acrobacias y manipulaciones varias y suaves cuando se realizan números de fuerza y resistencia. En fin, que son muy buenos.
El Grand Chapiteau está instalado en la Av. Litoral con Josep Pla y Alegria se representa, tras decidirse una prórroga, hasta el 29 de abril. El jueves se habían vendido ya 135.000 entradas pero todavía hay disponibles.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.