Entre el escepticismo y la curiosidad
Los vecinos de la costa de Lugo siguen con atención las operaciones en el 'Ostedijk'
Los municipios de Viveiro y O Vicedo, situados en el Norte de la provincia de Lugo, a orillas del mar Cantábrico y formando parte de las Rías Altas Gallegas, vivieron ayer con temor, escepticismo y curiosidad el inicio de las operaciones del buque "de los fertilizantes", como así lo definió el alcalde vivariense, el socialista Melchor Roel.
El día estuvo despejado, las visitas institucionales se sucedieron y los medios de comunicación fueron los grandes protagonistas ante la escasez y tardanza de noticias oficiales. Por Viveiro desfiló el conselleiro de Presidencia, José Luis Méndez Romeu, que tranquilizó un poco la situación; pasó la conselleira de Pesca, Carmen Gallego, que no tranquilizó ni inquietó porque no dijo nada, y el presidente provincial del Partido Popular, Xosé Manuel Barreiro, que expresó una "honda preocupación" por la gestión del buque Ostedijk.
"Acabará pasando algo, con el mar hay que tenerlo claro", afirmaba un marinero
En la Cofradía de Pescadores de Celeiro, una de las más importantes de la costa lucense, no hubo tranquilidad hasta que se abrieron las bodegas del barco. Sólo en ese momento su presidente, Domingo Rey, respiró un poco aliviado porque con la ubicación del buque y el viento del Sur confía en que no existan problemas, especialmente para la pesca de bajura, la más sensible.
Pero entre la ciudadanía el ambiente era distinto. En Viveiro y O Vicedo los comentarios se sucedían y la conclusión era fatalista. "Acabará pasando algo", vaticinaba un veterano pescador, que apeló a su experiencia para predecir que "con el mar hay que tener las cosas muy claras, y aquí nadie tiene claro nada".
Los comentarios también se centraron sobre las manifestaciones que el día anterior había realizado el alcalde de Viveiro, cuando cuestionó el fondo y la forma de la gestión y advirtió que el equipo de gobierno se uniría a la cofradía de pescadores para impedir que el buque pudiera entrar en la ría. "Estuvo valiente", razonaba una señora en un corrillo con la bolsa de la compra. "Fue una pose para quedar bien", argumentó una compañera tertulia. "Está como en los mejores tiempos", terció el único varón que integraba el grupo, al recordar el pasado que acompañó a Roel en su etapa de activo militante de CC OO y el PCE.
Algún colectivo vecinal también se pronunció. Lo hizo el presidente de una asociación de vecinos de Celeiro, Vicente Míguez, quien habló de "indignación" entre la población costera. "No tiene sentido trasladar el buque a lo largo de 60 millas, desde cabo Sisargas hasta Viveiro, cuando en ese tramo hay cinco rías con el triple de extensión y más abrigo que la vivariense", precisó. Considera que a Viveiro se trasladó "una patata caliente" y anunció que si de los trabajos se derivan repercusiones negativas "habrá movilizaciones", al margen de acciones judiciales para, dijo, "depurar responsabilidades".
A primera hora de la tarde se pasó de los comentarios a la curiosidad. El buque era perfectamente visible desde distintos puntos: Monte Faro en Viveiro; Playa de Esteiro y Faro Roncadoiro en Xove; playa de San Román, en O Vicedo; y la playa de Abrela entre Vicedo y Viveiro. Estos enclaves, entre otros, acogieron a decenas de curiosos que contemplaban con todo tipo de teleobjetivos el humo que desprendía el barco. La claridad del día, poco habitual en la zona, contribuía a saciar las inquietudes visuales de los curiosos.
Por momentos desapareció el fatalismo de los comentarios, incluso en el instante en el que el buque lanzó más humo y más espeso. "Si logran realizar todas las operaciones en el lugar donde se encuentran ahora no habrá problema", razonó un joven mientras manipulaba su prismático para obtener una mejor visualización. "En Monte Faro tiene que ser espectacular", apuntó un acompañante del anterior. Dicho y hecho, se trasladaron a Monte Faro porque seguro que allí, razonaron ambos, "podemos sacar algo para colgar en Internet".
La caída de la noche hizo que la expectación fuera decayendo. Los improvisados lugares para estacionar todo tipo de vehículos se quedaron vacíos poco a poco. La playa de San Román y su mirador, dos de los puntos de mayor concentración, se quedaron casi tan desiertos como suele ser habitual en esta época el año. Pero los comentarios volvieron a reflejar pesimismo y desconfianza. "Parece que todo va bien, pero estos son capaces de aprovechar la noche para entrar en la ría", comentó un desconfiado curioso antes de emprender viaje de regreso a Viveiro.
Romeu, Gallego y Melchor Roel
La llegada del Ostedijk movilizó ayer a la clase política en la costa de Lugo. Fue una jornada larga hasta que el alcalde de Viveiro, el socialista Melchor Roel, apareció a primera hora de la tarde para comentar: "Hemos hecho los deberes". Antes, a primera hora se presentó en la costa luguesa el conselleiro de Presidencia, José Luis Méndez Romeo, quien se reunió con los alcaldes de la zona. Lo echaban de menos, a él y a otras autoridades, porque llevaban tres días sin tener un contacto directo con portavoces autorizados. Se presumía que la reunión podía ser tensa, pero no lo fue. El alcalde de O Vicedo, el popular José Jesús Novo, armador de profesión, fue uno de los que recriminó la tardanza, pero la cuestión no pasó a mayores.
Poco después llegó a Viveiro la conselleira de Pesca Carmen Gallego. Se reunió, entre otros, con los representantes de las cofradías de pescadores y salió sin hacer comentario alguno, ni ella ni ninguno de los que había participado en el cónclave.
Tranquilizada la clase política quedaba una última reunión que protagonizaron a primera hora de la tarde los portavoces de los distintos grupos municipales de Viveiro, quienes contaron con el asesoramiento de los delegados de Pesca y Medio Ambiente. Se oyeron voces discordantes, pero el alcalde salió en plan apaciguador: "Tranquilidad, se han hecho los deberes", espetó a los periodistas.
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