Una ola de tristeza en el Camp Nou
La afición se resigna ante la derrota y Laporta se muestra convencido de superar la ronda
Y ahora sólo queda esto: lograr una proeza, bordar un partido histórico en el viejo estadio de Anfield Road y encomendarse a todos los dioses para seguir con vida en la Champions. El Liverpool coloreó anoche la eliminatoria de un color rojo chillón ante la desesperación del Camp Nou que sufrió con el equipo, se desesperó con las ocasiones falladas y que certificó la sospecha de que el Barça no es el que era. El vestuario estaba anoche hundido y el Camp Nou sumido en una inmensa tristeza. Ni siquiera le acompañó la suerte porque Deco estrelló al final un balón al palo. Los 5.000 hinchas ingleses repicaron los tambores y celebraron la victoria coreando su celebérrimo himno "You never walk alone" (Nunca caminarás solo). Y los azulgrana se fueron cabizbajos, incrédulos ante un futuro milagro.
El mazazo fue brutal porque hacía casi cuatro años que el Barça no perdía en casa en Europa. Fue en el partido ante el Juventus en el que Zalayeta apeó a los azulgrana y obligó al ex presidente Enric Reyna a asumir el cambio de ciclo. Joan Laporta, su sucesor, había visto desde el palco 17 partidos europeos sin una derrota y anoche vio como la racha se rompía con estrépito. Laporta saludó en Japón el cruce con el Liverpool tarareando una canción de los Beatles y seguro que ayer lo maldijo. Nada funcionó: Ronaldinho nunca desequilibró; Messi hizo lo que pudo, Saviola se estrelló ante Reina y Valdés, casi siempre infalible, el hombre que ganó él solo media Champions en París, el hombre que se ha hecho un hartón de salvar puntos en la Liga, cometió el fallo de su vida. La situación del Barça es muy delicada porque en dos semanas se juega la temporada: el miércoles en Zaragoza, la Copa, (0-1 en la ida), y el día 7 en Liverpool. No solo eso: en la Liga le aguarda el Sevilla y el Madrid.
La noche no tuvo nada de mágica. Cierto fatalismo se extendió por el Camp Nou nada más empezar el partido porque el Liverpool se situó bien y dejó al Barça tiritando de frío. Pero Deco leyó un centro de Zambrotta, cabeceó a gol y dio una bocanada de esperanza. El Barça empezó a atacar, sin que el Liverpool reaccionara, hasta que, justo antes del descanso, el Camp Nou se quedó de piedra cuando vio uno de los goles más tontos de sus casi 50 años de vida. Valdés se dispuso a blocar la falta y al intentar atrapar el cuero cabeceado por Bellamy reculó tanto para atrás que acabaron él y la pelota dentro de la portería. Las imágenes mostraron al portero lanzando demonios por la boca y a Puyol dando un puñetazo al aire. El Liverpool celebró el gol rebozándose en el césped mientras sus hinchas botaban en la tercera gradería. Valdés enfiló los vestuarios con una toalla alrededor del el cuello, tocó el césped y se santiguó. Seguro que más de uno hizo una mueca cuando, en el descanso, por los altavoces se oyó una versión de los Rolling de 'Satisfacción'.
Todo fue a peor en la segunda parte. El Barça encajó el gol de Riise y se sumió en la impotencia. Y una ola de tristeza se extendió por el estadio. Y también de resignación. Al fin y al cabo, el Barça ha perdido, salvo ante el Werder Bremen, todas las grandes citas del año: ante el Sevilla, en la Supercopa de Europa; ante el Chelsea; en la Champions; ante Madrid y Valencia en la Liga; ante el Zaragoza en la Copa y en el Mundialito en Japón. Quizá le quede a la afición el consuelo de que siempre le quedará la victoria de París. Seguramente porque teme que al Barça, el campeón, tiene los días contados en la Champions. Sólo Laporta lanzó un canto a la esperanza. "El primer gol fue un poco extraño. Valdés es un portero de primera magnitud y su resbalón es comprensible. Pero ganamos y perdemos todo. Esto ha sido un accidente y estoy seguro de que pasaremos. Tenemos equipo para ganar en Anfield y pasar la ronda", dijo Laporta que hasta contestó que se ve en la final de Atenas.
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