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Reportaje:Fútbol | Liga de Campeones: ida de los octavos de final

El rey del 'catenaccio' aprende a golear

Históricamente defensivo, el cuadro milanés se lanza con los tantos de Ibrahimovic y Crespo

La afición del Inter no recuerda un ejercicio de contundencia goleadora semejante desde la temporada 1988-89, cuando su equipo ganó el scudetto gracias a los atributos rematadores de su pareja de atacantes: Serena y el argentino Ramón Díaz. Desde entonces han vestido la camiseta interista ilustres artilleros como Klinsmann, Rubén Sosa, Bergkamp, Baggio, Zamorano, Ronaldo o Vieri. Ninguno de ellos logró ganar la Liga, un objetivo que el Inter tiene ahora muy cerca en buena medida gracias a la demoledora capacidad resolutiva que está mostrando en esa competición. Exultante por haber reducido el campeonato italiano a un rutinario monólogo triunfal y aferrado como nunca a las leyes del pragmatismo, el equipo de Roberto Mancini muestra más pegada que buen fútbol. Su juego, como corresponde al equipo que desarrolló el catenaccio, rebosa tacticismo para buscar el blindaje defensivo. No enamora, pero las 16 victorias consecutivas en la Liga y los 14 puntos que saca al segundo clasificado han disparado su confianza competitiva. Trece jugadores se reparten los 49 goles del Inter en 23 jornadas y hasta un central como Materazzi ha conseguido ya cinco tantos.

En la Liga italiana lleva 49 goles en 23 jornadas, y el central Materazzi ha logrado cinco de ellos
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Si el Valencia sólo acoge a dos goleadores naturales, Villa y Morientes, la nómina de atacantes a disposición de Mancini es tan amplia como versátil. Bien aprovisionados por centrocampistas con mucha precisión en el pase como Stankovic o Figo o por laterales profundos como el brasileño Maicon, los delanteros del Inter no padecen problemas de abastecimiento. Y, en el caso de que los sufran, cuentan con el jugador más desequilibrante de Italia: Ibrahimovic. El veterano Vieira define el salto cualitativo que ha dado el sueco desde que fue traspasado del Juventus al Inter: "Antes, era más disperso en el modo de pensar y eso repercutía en su juego. Tiene una técnica soberbia, físico, velocidad... Lo tiene todo. Necesitaba concentrarse más en lo que es esencial en el juego y ahora lo hace. Es joven. En dos años no estará entre los mejores del mundo, será el mejor".

Detrás de su poderosa y elástica envergadura, Ibrahimovic esconde un portentoso intelecto creativo. En una fórmula que aplica indistintamente a un control, un regate, un pase o un disparo, ofrece mil pistas falsas al rival para acabar resolviendo la acción con un imprevisible destello de clase y categoría sobresalientes. Su cuerpo ejecuta con admirable pericia aquello que su instinto maquina a velocidad meteórica. Es el máximo realizador del Inter en la Liga con diez tantos y su técnico le tiene por imprescindible: hace tres jornadas, al marcar un gol de cabeza al Sampdoria, sufrió un aparatoso edema craneal al chocar con un defensa. Saltó al campo tras el descanso y jugó todavía mejor. Pero los médicos impidieron, por precaución, que jugara el siguiente partido, lo que provocó que Mancini montara en cólera contra los galenos del club.

Menos equipaje técnico que Ibrahimovic tiene el argentino Crespo. Pero su contribución a la causa es notable. Cedido por el Chelsea, ha marcado ocho goles en la Liga y su movilidad para crear espacios y agitar a la zaga rival con desmarques constantes es casi tan valorada como su reflejo goleador. Crespo mantiene que su confianza en el Inter es ilimitada: "Tanto que me basta con pocas situaciones de gol para marcar. A veces, incluso con una sola. En ese sentido, me considero despiadado".

Parecidas sensaciones son las que está recuperando el brasileño Adriano. Pasó diez meses sin marcar un gol con el Inter, con su condición física exprimida y la mente infectada por la ansiedad. Desde el pasado octubre el club le sometió a un programa personalizado de recuperación psicofísica que incluyó unas vacaciones de una semana en Brasil. Pero la mejor terapia para Adriano ha sido el reencuentro con el gol, que llegó en diciembre: desde entonces ha marcado cuatro goles en seis partidos y ya no vaga por el campo aislado de la dinámica colectiva. Ahora que ha recuperado la sonrisa y el gol, emplea su tremenda fortaleza y potencia para presionar al rival como no lo había hecho ni en los tiempos en los que se ganó el apodo de El Emperador. Un perfil más bajo presenta el argentino Julio Cruz. Pero también sabe lo que es sentirse importante: tres goles suyos al Spartak de Moscú sirvieron para que el Inter sumara sus dos primeras victorias en la fase de grupos que había inaugurado de manera desastrosa perdiendo ante el Sporting de Lisboa y el Bayern. Pero la profusión de buenos delanteros no termina ahí: por la pradera de San Siro también se deja ver de vez en cuando la magnífica zurda del uruguayo Recoba, víctima de las lesiones en los últimos meses.

Con tan distinguida artillería,a Massimo Moratti, el propietario del Inter, le duele menos el despecho que supone ver a un tal Ronaldo marcando goles con el Milan.

Ibrahimovic celebra un gol con el Inter.
Ibrahimovic celebra un gol con el Inter.ASSOCIATED PRESS

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