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Columna
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La 'Yunta'

Pocas frases son tan utilizadas como la que afirma que "la política hace extraños compañeros de cama". Su autoría, en cambio, es menos conocida: se la debemos a Charles Dudley Warner (1829-1900), prolífico ensayista y novelista americano, contemporáneo y amigo de Mark Twain, con el que llegó a escribir el libro The Gilged Age (1873) cuyo título da nombre a toda una época de la historia americana: la edad del oro. Probablemente inspirado por Shakespeare ("La miseria hace a un hombre conocer extraños compañeros de cama", La Tempestad, Acto II, escena 2), Warner creó una de esas frases que todos usan: una de las citas célebres de Groucho Marx es la que sentencia que "no es la política la que hace extraños compañeros de cama, sino el matrimonio".

El presidente de la Xunta, el pasado verano y en Portugal, recurrió a un símil hortícola para describir cómo transcurre la relación entre los socios de gobierno en Galicia. Afirmó que un gobierno de coalición requiere de un "ejercicio constante de diálogo, voluntad de acuerdo, y lealtad", algo que "hay que regar todos los días"; una hermosa y algo cursi metáfora que, sin embargo, facilita la comprensión de algunos de los episodios más llamativos del actual Gobierno bipartito.

Porque, carteles identitarios de la Vicepresidencia al margen, en las últimas semanas se han sucedido varias de lo que Méndez Romeu denomina "tensiones laborales que dan lugar a equívocos y a situaciones a veces divertidas". Sin ánimo exhaustivo, y sólo tirando de la hemeroteca de enero: Al calor de iniciativas similares adoptadas por los gobiernos catalán y vasco, un día el presidente anuncia que la Xunta está estudiando implantar un canon a las viviendas desocupadas. Al día siguiente, la conselleira de Vivienda de su propio gobierno afirma que no sólo no se está pensando en ello, sino que esa medida está absolutamente descartada porque las realidades sociales de las tres nacionalidades históricas no son equiparables. Un día, la conselleira competente suspende el Plan Xeral de Ordenación Urbana de Vigo; y al día siguiente un director general, de otra consellería, pero del mismo gobierno, descalifica el informe en que se basa la suspensión por "político". Otro día más, el portavoz parlamentario de los socialistas equipara al BNG con la hermosa Severine tan bien interpretada por la Deneuve en Belle de Jour, advitiéndole que "no se puede hacer oposición por la mañana y gobierno por la tarde"; quizás inconsciente del lapsus buñueliano en que incurre al asociar las mañanas aburridas del ama de casa burguesa con la labor de oposición, y las transgresoras noches, rayanas con lo sado-maso, con la labor de gobierno.

Como es natural, nuestras instituciones políticas cuentan con instrumentos que permiten reducir esas tensiones laborales que, aunque divertidos, dan lugar a equívocos entre compañeros de gobierno. Fundamentalmente, el que atribuye al presidente de la Xunta, como dice nuestro Estatuto, la labor de "dirigir y coordinar la acción de la Xunta"; instrumento cuyo buen uso parece más necesario si, como ocurre en la actualidad, el gobierno es de coalición, y al ser dos los bueyes que han de tirar del carro, más imprescindible se hace el que la yunta esté bien dirigida.

Claro que, si en vez de pensar que estamos ante una extraña pareja de cama política, como sostenía Warner, asumimos, con Groucho, que esa situación es más bien propia del matrimonio, la cosa cambia. A diferencia de lo que ocurre en cualquier forma de organización empresarial, en la que el respeto al cumplimiento de las funciones que asumen las partes se garantiza a través de controles jerárquicos, cuando el ayuntamiento amoroso se formaliza mediante un contrato matrimonial, la jerarquía es sustituida por el amor. Si es así, puede que las relaciones de la pareja mejoren mediante el recurso a la paciente regadera, y no haciendo respetar la jerarquía. Lo malo es que, como decía el amigo de Warner, Samuel Clemens, más conocido por Mark Twain, "el amor parece ser aquello que más rápido crece, pero es lo que crece más despacio. Ningún hombre o mujer sabe realmente lo que es el perfecto amor hasta que han estado casados durante un cuarto de siglo". Quizás sea mucho esperar, pero al menos las situaciones serán divertidas.

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