Aduriz desarticula al Getafe
El Athletic logra su segunda victoria en San Mamés, de nuevo ante un equipo revelación
Está claro. No conviene venir a San Mamés con la vitola de equipo sorprendente, venido a más, casi imparable. Será el arco de la Catedral, el sirimiri y la habitual colección de tópicos que cada club colecciona con pasión, o será una mezcla inadecuada de rubor e insolencia. Pero los dos únicos partidos que ha ganado este año el Athletic en su estadio han sido a rivales con prestancia, el Recreativo y el Getafe, dos humildes vestidos de grandes galas que llegaban a Bilbao como equipos revelación y ambos sucumbieron cuando nadie lo esperaba.
Probablemente se trate de un accidente. No es que al Athletic le motiven ese tipo de equipos, ni que sus rivales se rindan al influjo de la vieja Catedral, subyugados por su historia, por su ambiente. Simplemente ocurre que en ambos casos, el Athletic sacó su cara más amable, que no es la de una sonrisa atronadora, iluminada, sino un rictus así a lo Gioconda que a veces le vale para ganar los partidos. O quizás es que sabía que para ganar al Getafe hace falta algo más que correr y pelear, dos asuntos a los que el equipo de Schuster nunca pone mala cara.
ATHLETIC 2 - GETAFE 0
Athletic: Aranzubia; Expósito, Sarriegi, Amorebieta, Casas; Iraola, Murillo, Yeste, Gabilondo (Etxeberria, m. 74); Aduriz (Llorente, m. 84) y Urzaiz (Javi Martínez, m. 66). No utilizados: Unai Alba; Zubiaurre, Iturriaga y Bergara.
Getafe: Abbondanzieri; Cortés, Belenguer, Tena, Paredes; Cotelo (Sousa, m. 87), Celestini, Vivar Dorado (Verpakovskis, m. 64), Nacho (Albín, m. 64); Manu y Güiza. No utilizados: Luis García; Pachón, Alexis y Alberto.
Goles: 1-0. M. 30. Gabilondo centra y Aduriz empalma . 2-0. M. 50. Aduriz quiebra a Belenguer, espera al portero y marca.
Árbitro: Álvarez Izquierdo. Amonestó a Urzaiz, Amorebieta, Aduriz, Murillo, Celestini, Belenguer y Abbondanzieri.
Unos 37.000 espectadores en San Mamés.
Quizás por ello, ambos equipos se desgastaron en la pelea durante la primera mitad, un toma y daca sin detalles de buen gusto, sin jugadas de interés, sin remates a puerta. Demasiado amontonamiento de futbolistas para dos equipos que no presumen de fino estilismo. El gol de Aduriz llegó como un milagro, como una cita inesperada. Primero por la pelea descarada de Gabilondo y luego por el remate del delantero, últimamente bajo mínimos en su estado de forma. Y entonces llegó el volcán. Tan placidos estaban todos corriendo y saltando, que el gol descabalgó los planes de la mayoría, incluido el colegiado debutante Álvarez Izquierdo y empezaron a pasar cosas. Pasó que Urzaiz marcó un gol como una casa que el árbitro anuló cuando fue Belenguer quien le hizo la cama al delantero; que el árbitro le perdonó a Aduriz una expulsión de libro cuando agredió a Belenguer, tras haber simulado una falta el rojiblanco; o que Aranzubia repelió con la bota un disparo de Manu casi a bocajarro. Pasó en quince minutos más que en la media hora anterior, pero así, a borbotones, sin más empuje que el alma en el Athletic y la rabia en el Getafe. Jugaba Schuster con dos delanteros y un ágil Nacho, pero la conexión con el resto era casi nula. Todo llegaba de frente y ése es el reino de Amorebieta, un central limitado con el balón, pero un portento físico al que resulta muy difícil superar sin darle unas vueltas.
San Mamés temblaba como un flan. Tanto se ha metido en su sangre el riesgo del descenso que incluso abroncó al cuarto árbitro cuando mostró el alargue de tres minutos en la primera mitad. Quedaba un mundo pero se resolvió en unos minutos. El descanso durmió al Getafe, que salió abotargado, con la defensa al aire (Belenguer tuvo tantos conflictos que confundió casi todas sus acciones) y el Athletic se aprovechó del sueño de los justos. Urzaiz metió un balón precioso a Aduriz, que malgastó y lo remató insolente Urzaiz para probar al Pato por primera vez. Luego, Yeste repitió la jugada y esta vez sí, Aduriz encontró el camino del gol. Apenas habían pasado cuatro minutos y se había muerto el partido. Del Getafe se supo por su garra, no por sus ocasiones. Y el Athletic vivió tranquilo la desaparición del equipo revelación.
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