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AGENDA GLOBAL | Las elecciones francesas | ECONOMÍA
Columna
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La polarización y las ideologías 'blandas'

Joaquín Estefanía

HAY UNA PRIMERA PARADOJA: la polarización política y social de muchas sociedades en el tiempo en que imperan las ideologías blandas, poco totalizadoras o, según algunos, en la época del fin de las ideologías. Todavía lo hemos visto hace poco, por ejemplo en México, y lo podemos volver a observar en la campaña electoral que desembocará en los comicios presidenciales de mayo en Francia (por descansar un poco del caso español).

Pero antes de entrar en Francia, hagamos un paréntesis para resaltar un acontecimiento que se está produciendo en la Red. Desde hace meses circula por Internet el denominado Manifiesto de Euston (www.eustonmanifesto.org), elaborado por un grupo de científicos sociales que se definen como demócratas y progresistas y que proponen un nuevo alineamiento político ("Muchos pertenecemos a la izquierda, pero los principios que propugnamos no provienen exclusivamente de este ámbito. De hecho, abarcamos desde la izquierda socialista hasta los liberales igualitarios y otros comprometidos de manera clara con la democracia... Supone hacer frente común con los demócratas de verdad, sean o no socialistas"). Más allá de los contenidos del manifiesto, lo destacable es la participación de centenares de personas que dan su opinión a través de los blogs -¿son de izquierdas los firmantes o son neoliberales disfrazados de izquierda con rostro humano?-, de la que están ausentes los medios de comunicación tradicionales, que apenas han tratado el asunto.

Francia tiene una deuda mayor que el PIB español. Para salir de la crisis, Royal propone más derechos sociales, que eliminen la discriminación en las ciudades. Y Sarkozy, una reducción de impuestos

La presentación de las principales ideas programáticas de Ségolène Royal y Nicolas Sarkozy dan lugar a un choque de trenes acerca de cómo salir de la crisis que padece Francia y, más allá, la UE, para la que tan importante es quién gobierne en París. Básicamente, la candidata socialista propone un incremento de las prestaciones sociales en el entendido de que las desigualdades sociales son el origen de la criminalidad juvenil y de la degradación de las ciudades que se ha hecho visible en el pasado inmediato. Por el contrario, Sarkozy pone el acento en la reducción de impuestos, en la desaparición del de sucesiones y donaciones, y en la exoneración de cargas fiscales.

Un síntoma de madurez de la sociedad es que, a continuación de escuchar las promesas, ha demandado a los candidatos la memoria económica de las mismas: cuánto cuestan los nuevos derechos sociales que pretende introducir Royal, y cuánto deja de ingresar el Estado francés por la reducción de impuestos, en el caso de que gane Sarkozy, en un país que tiene una deuda de más de un billón de euros (superior, por ejemplo, al PIB español) y cuyos intereses se llevan toda la recaudación que se consigue con el impuesto sobre la renta de las personas físicas. (Atentos también al pronunciamiento de un grupo de intelectuales que reivindican los impuestos como la base de la civilización).

En cuanto a Europa, también los proyectos son diferentes. La socialista quiere convencer a sus conciudadanos de que voten en referéndum (profundizando en su concepto de democracia participativa) un nuevo texto de la Constitución que incluya un protocolo social que refuerce los derechos de los asalariados, acercándose a las tesis del gran europeísta Jacques Delors. Sarkozy, cercano al presidente de la Comisión Europea, Durão Barroso, pretende que se apruebe en el Parlamento un minitratado constitucional, sin que los ciudadanos tengan que acudir a las urnas.

También está muy cerca Sarkozy del ex presidente Aznar, que le ha publicado un libro en su fundación (Nikolas Sarkozy. La República, las religiones, la esperanza. Editorial Gota a Gota). Más allá del interés de las ideas más íntimas de quien puede presidir Francia, el libro da otra oportunidad para conocer lo que piensa Aznar de algunas cosas. Por ejemplo, de la izquierda de hoy, a la que considera "una izquierda relativista que añora el paraíso socialista que ocultaba el muro de Berlín". ¡Ay!: siempre a la vanguardia del pensamiento político, Aznar no ha leído el Manifiesto de Euston.

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