"No es pecado ser un tío gracioso"
El precio desorbitado que pagó el Valencia al Betis en el verano por él, 25 millones de euros, se ha convertido en un estigma que crece cada jornada sin que Joaquín (Puerto de Santa María, Cádiz; 1981) marque goles y diferencias. Hasta el momento, el técnico, Quique Flores, ha fracasado en el intento de convertirlo en un extremo de ida y vuelta, que ataque y defienda con la misma intensidad. En su esfuerzo por conseguirlo, Joaquín ha perdido desborde y profundidad. De ahí que ande sumergido en una duda existencial: ¿seguir siendo el extremo jovial e inconsistente que era, y que lo llevó a ser más de 40 veces internacional, o perseverar en la metamorfosis táctica a riesgo de perder la frescura que lo lanzó a la fama? En eso se debate.
"Al no estar acostumbrado a defender tanto y a atacar, pierdo fluidez arriba. Pero con el tiempo todo cae por su propio peso"
Pregunta. Ahora se le reprocha su buen humor.
Respuesta. Sí; cuando las cosas van bien, se ven desde otro punto de vista. Y, en estos momentos, las bromas y los chistes no se ven igual porque está claro que no estoy jugando lo que querría y las circunstancias no son óptimas. Pero debo estar tranquilo, trabajar mucho más y tener dos dedos de frente. Y no es que yo vaya a cambiar mi forma de ser, ya que voy a ser el mismo juegue o no. Pero sí es verdad que hay que apartar un poco el humor y centrarme en el equipo. Y más yo, que soy nuevo.
P. ¿Está triste?
R. No estoy jugando y eso condiciona mi carácter, pero no puedo estar triste porque lo tengo todo en la vida y la gente me ha recibido muy bien.
P. ¿Duerme bien?
R. Sí, porque lo principal es tener salud y que mi familia esté bien. Tengo algún resquemor. Estoy enfadado conmigo mismo. Pero no soy de los que da muchas vueltas a las cosas.
P. Cuando visitó el campo del Betis, desde el Valencia se le recriminó estar más pendiente de actuar en un show de Los Morancos que del fútbol.
R. Son cosas que siempre he hecho y no hago mal a nadie. No me distraen de mi trabajo. Si me llaman la atención desde el club...
P. ¿No se la han llamado?
R. No; eso es absurdo, una tontería. En ese partido volvía a casa y estaba superfeliz y supermotivado.
P. ¿Fue una humillación estar calentándose toda la segunda parte para jugar diez minutos?
R. Humillación, no, porque yo sé qué significo para los béticos y lo que significa el Betis para mí. Otra cosa es que el míster decidiera no sacarme. Hay que respetarlo por mucho que me siente mejor o peor.
P. Incluso se ha llegado a preguntar satíricamente en una página web valencianista si Joaquín es un humorista o un futbolista. Y ganó la primera opción, con el 75%.
R. No me lo tomo mal. No me puede afectar. Tengo mi forma de vivir y de ver las cosas. En mi trabajo estoy superconcentrado, ya que, si no, no habría llegado a donde he llegado. Que me tomen por un tío gracioso o que se toma la vida con alegría no es ningún pecado. La alegría no hace daño a nadie ni le hace jugar peor. Al revés. Si una persona está alegre, se transmite en el campo. Siempre he intentado disfrutar. Ahora, con 25 años, no voy a cambiar. Vengo de estar siete años en una casa [el Betis] con muchos momentos buenos y salí de ella para seguir creciendo como futbolista, no para ganar más dinero.
P. ¿Qué parte de culpa tiene en su bajo rendimiento?
R. Yo no le echo la culpa a nadie. Tengo un periodo de adaptación, tanto al equipo como a la ciudad, y debo empezar a vivir una nueva vida. También tuve a mi primera hija, que me quitó algunas horas de sueño. Vino todo muy junto. Y quizá me haya condicionado. Me ha costado el trabajo, la exigencia y el nivel que hay aquí. Poquito a poco, voy mejorando.
P. ¿Es tan diferente el estilo futbolístico del Valencia?
R. Sí; en el Betis no se me pedía que defendiera como un defensa porque es imposible. Yo tengo mi forma de jugar y voy a seguir con ella. Aquí hay unas casillas muy estrictas y yo llego y me pongo a las órdenes del entrenador.
P. Eso le quita desborde.
R. A lo peor, sí. Al no estar acostumbrado a defender tanto y a atacar, pierdo fluidez arriba. Pero con el tiempo todo cae por su propio peso. Y estoy más contento.
P. ¿No es un error empezar a regatear a menudo en su propio campo?
R. El míster me dice que no reciba el balón tan pegado al lateral. Por eso me retiro un poquito y recibo el balón más atrás para que mi desborde sea en carrera. Al entrenador le gusta que reciba más atrás para tener más opciones de ver el fútbol y que, con mi velocidad, tenga más capacidad de desborde.
P. Sin embargo, llega diezmado arriba.
R. Sí, tengo que driblar mucho más atrás y me quedan muchos metros por delante.
P. Pero donde usted es el número uno es en el extremo. Por su regate y su centro.
R. Eso está claro. Es donde más posibilidades tengo. A ver si, poco a poco, me voy encontrando más.
P. El problema es que en su puesto de interior derecho tiene por delante no solamente a un jugador, sino a dos, Angulo y Silva, un zurdo éste que actúa a pie cambiado.
R. Es duro llegar y no jugar. Pero no tengo otra opción que trabajar y ganarme la confianza del míster. No voy a parar hasta que juegue. Creo mucho en mis posibilidades y terminaré jugando.
P. Angulo le ha ganado terreno en el Valencia y en la selección española.
R. Angulo es un gran futbolista y está en un gran momento. Somos superamigos.
P. ¿Cree que puede haber sido víctima de la guerra entre Quique y el director deportivo, Amedeo Carboni?
R. No creo. Mi nombre nunca ha entrado en esos temas. Yo llego nuevo aquí e intento llevarme bien con todos, mantenerme al margen. El Valencia está por encima de todo.
P. ¿Qué le parece que Carboni lleve pistola?
R. No... ¿Está hablando en serio? Si lo ves por la calle, lo invitas a una Coca-cola y te vas porque, como se enfade contigo... ¡Qué locura! Mi trato con él ha sido siempre magnífico y, a partir de ahora, mejor: como me diga quillo..., además de verdad.
P. ¿Esperaba que el Valencia jugara más al ataque?
R. Si se mira jugador por jugador, es un equipo que tiene que jugar a ganar. Que Quique tenga su forma de trabajar lo respeto, pero tenemos una plantilla para estar con los mejores y ganar títulos. A lo peor, no atacamos todo lo que querríamos, pero las veces que llegamos metemos muchos goles porque hay mucha calidad.
P. Ante el Barça, ¿será otra vez suplente de lujo?
R. Pues no lo sé. El domingo sería una oportunidad muy buena para sentirme contento y que las cosas cambiasen.
P. De los cuatro de arriba, ¿cuál es su favorito?
R. El Barça. Lleva unos pocos años siendo el número uno.
P. ¿Qué es lo que más echa de menos de Sevilla?
R. Muchas cosas. Me fui para Sevilla a los 15 años y he salido de allí hace cinco meses. La gente vive la vida de otra manera, más día a día. Aquí todo está planeado. Son formas de ver la vida.
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