La realidad y los medios
Parece que la realidad cotidiana y la que reflejan los medios de comunicación se han divorciado. Como integrante de la realidad cotidiana y ajeno a la mediática, tiendo a responsabilizar a la segunda del origen del problema.
Señores periodistas, la vida no es así. Los agitadores abundan más en los medios que en la calle. Cuanto más barbaridades dice el político, el famoso o el personaje polémico de turno, más espacio o minutos le conceden los medios. Como tengo amigos de todas las ideologías y comparto intereses con gente variada, me pregunto:
¿Es que a alguien le interesa lo que tenga que decir un asesino múltiple que ha decidido morir asqueado de su propia vida? Lo único que podemos hacer por él es evitar caer en el odio que nos produce ese odio suyo y tratar de ser misericordiosos como nos enseñaron en el catecismo.
¿Qué respeto merecen las críticas al Gobierno español -nuestro Gobierno, el que hemos elegido la mayoría de los españoles- de un político fracasado que nunca llegará a nada y muestra con cada palabra que no respeta a nadie? Será mejor que no nos dejemos alterar por cualquier alterado, aprendiendo de la historia que gente así movilizaba a las turbas. ¡Los tiempos han cambiado!
¿Puede considerarse informador un personaje que insulta sin cuento y reconoce que agita para ganar dinero con que pagar los caros estudios de su hijo en América? ¡Con lo fácil que es cambiar de emisora.
