Alarma en Reino Unido tras estallar siete cartas bomba en tres semanas
La policía sospecha de grupos defensoresde los animales y de conductores agraviados
La policía lanzó ayer un llamamiento para que todos extremen la prudencia en la apertura del correo tras el estallido de siete cartas bomba en tres semanas, cuatro de ellas entre el sábado y ayer. Éstas han provocado varios heridos, aunque ninguno de gravedad. Una mujer sigue hospitalizada con cortes en las manos y en el pecho tras estallar ayer el sobre que acababa de abrir en la agencia reguladora de permisos de conducir (DVLA), con sede en Swansea (Gales).
Las primeras cartas enviadas parecían obra de activistas defensores del bienestar de los animales. Pero las últimas han sido remitidas a empresas relacionadas con el tráfico o la gestión de multas y peajes, por lo que los investigadores creen que el autor o autores de los envíos pueden ser un conductor o un grupo de conductores que se sienten agraviados por algún problema concreto relacionado con el tráfico o que han puesto en marcha una campaña en protesta por las numerosas normativas que penalizan a los conductores, como los radares que controlan la velocidad o los peajes urbanos. Aún no se sabe si las explosiones están relacionadas entre sí, y la policía precisó ayer que mantiene abiertas todas las posibilidades.
Las bombas estaban hechas con material pirotécnico y sólo pretendían asustar, no matar.
Las primeras cartas bomba llegaron el 18 de enero a dos empresas radicadas en Abingdon (Oxfordshire) y una tercera hizo explosión en una compañía de Chelmsley Wood, en Birmingham. Se trataba de sobres del tamaño A-5 que en los tres casos llevaban como remitente una dirección a nombre de Barry Horne, un activista del bienestar de los animales que falleció en 2001 mientras servía una condena de 18 años de cárcel por una campaña de bombas incendiarias.
Eso hizo creer a los investigadores, la unidad Nacional de Coordinación del Extremismo Interno (NCDE en sus siglas en inglés), que al menos esa primera tanda de bombas fueron obra de algún activista del movimiento de defensa del bienestar de los animales, que tiene una larga tradición de conducta violenta.
El sábado estalló una cuarta carta bomba en el domicilio de un hombre de 53 años en Folkestone (Kent). La carta la había recogido en su despacho profesional, donde ejerce de director de una compañía privada de seguridad.
El quinto artefacto estalló el lunes en Victoria Street, en el centro de Londres, en la sede de la compañía Capita, subcontratada para recolectar el peaje urbano de la capital británica.
El martes estalló una sexta carta bomba en la compañía financiera Vantis, en Wokingham (Berkshire).
Ayer estalló un séptimo artefacto en la sede de DVLA en Gales, provocando heridas a cuatro trabajadores aunque sólo uno de ellos, una mujer, fue trasladada a un hospital. "Me quedé temblando, sobresaltada y aterrorizada. Es difícil describir lo que sentía. Todo el mundo empezó a correr a mi alrededor y yo conservé bastante la calma, pero no sabía lo qué había ocurrido", explicó la mujer.
Nigel Humphries, de la Asociación de Conductores Británicos, se declaró "consternado" ante la posibilidad de que las cartas hayan podido ser enviadas por un conductor agraviado. Pero al mismo tiempo admitió, en declaraciones a la BBC, que le hacía sentirse "algo culpable porque eso significaría que no hemos hecho campaña con suficiente vigor, dentro de la legalidad, contra la criminalización y el acoso a los conductores y porque nuestro fracaso ha impulsado a otros a actuar de esta manera".
En el Reino Unido, es cada vez más común que la gente recurra a actos violentos para llamar la atención sobre sus reivindicaciones, lo mismo a la hora de oponerse al uso de animales en pruebas científicas como para denunciar el supuesto trato discriminatorio a los varones cuando los jueces deciden sobre la custodia de los hijos de matrimonios rotos.
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