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EXPOSICIONES

La Academia de la Historia evoca al arquitecto Chueca Goitia

La Academia de la Historia homenajea al polígrafo Fernando Chueca Goitia (Madrid, 1911-2004) con una exposición de obras suyas, desde dibujos y proyectos hasta semblanzas y ensayos, de los que aflora como eje compartido de sus relatos la pasión por la arquitectura, a la que dedicó lo mejor de su talento. La exposición narra que Chueca nació en Madrid en 1911. Huérfano de madre desde los dos años, mostró hacia su padre, ingeniero civil, una cariñosa veneración. Con él aprendió a viajar y a observar la huella de la belleza en la vida, enseñanza que le adentró en el amor a las artes, por él cultivado desde la literatura, con poemas y teatro adolescentes, ensayo luego y filosofía de la vida, después. Alumno de Manuel Gómez Moreno y de Leopoldo Torres Balbás, se hizo arquitecto en 1936. Al estallar la Guerra Civil, el bombardeo por la artillería de Franco del palacio de Liria le llevó a improvisar un rescate de archivos y obras de arte al que, desde entonces, se aplicaría para guarecer el patrimonio artístico hispano. Republicano, al finalizar la contienda fue depurado; viajó entonces por España y Europa, donde completó su formación humanística liberal y su erudición medieval, islámica y clasicista.

Dotado de una vigorosa capacidad de trabajo, su entusiasmo por el saber y su sensibilidad artística le convirtieron en el mejor valorado historiador y divulgador de la arquitectura en la España contemporánea, al decir de los críticos. Catedrático de Historia de la Arquitectura, académico de Bellas Artes y de la Historia, presidente del Instituto de España, restaurador perenne de edificios de la entidad del Museo del Prado, Chueca fue autor de la culminación -siendo ya octogenario- de la catedral de la Almudena. Su colega Joaquín Roldán, evocando una cita del segoviano Carlos Herrán, define su personalidad como "próxima a la perfección, por haber sido cada día más exigente consigo y más tolerante con los demás". Exhibió una prosa descriptiva repleta de lirismo en sus escritos, de los que destacó, en 1947, su Historia de la Arquitectura en España, cuya segunda parte fue publicada en 2001 gracias al esfuerzo de discípulos suyos como Pedro Navascués y al impulso de la Fundación Santa Teresa.

El arquitecto Jaime Tarruell recuerda que "Chueca pilotó y sorteó la grave crisis del Colegio de Arquitectos de Madrid", ciudad a la que honró con profundo afecto. Gonzalo Anes, presidente de la Academia de la Historia, lo define como "excelente e impar en cada una de las actividades por él emprendidas".

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