Un turismo sostenible
Del examen detenido del mercado turístico español se extraen como primeras conclusiones que la voluntad de cambio de modelo no se ha concretado todavía, que hay pocos indicios de que ese cambio vaya a producirse y que sigue dominando el patrón "sol y playa", eficaz, pero a punto de convertirse en insostenible. El caso es que el turismo español obtiene resultados moderadamente satisfactorios. Así parece desprenderse del aumento del número de visitantes -más de 58 millones en 2006- y un descenso leve (2,8%) de los ingresos en términos reales. Aseguran las encuestas oficiales que los turistas, más numerosos cada año, se quedan durante menos tiempo en nuestro país; a cambio, gastan más, un promedio de 91 euros diarios. Tanto las ganancias como las pérdidas son moderadas, como corresponde a un mercado maduro e intensamente arraigado en España, que es, no lo olvidemos, el segundo país turístico del mundo.
El principal motivo de preocupación y objeto de atención en el salón FITUR que hoy acaba es que una industria que da empleo a cuatro millones de personas y aporta el 10% del PIB empieza a plantear graves problemas de sostenibilidad. A pesar de las sugerencias de que el modelo debe cambiarse, la corriente mayoritaria de las inversiones sigue fluyendo hacia las playas instaladas en la costa mediterránea. El coste en términos socioambientales es muy elevado. Un cinturón de cemento, cada vez más ancho, circunda las costas; cuanto más se ensancha más inversiones requiere para dotarlo de servicios básicos -luz, agua- y con más facilidad se tiende a construir sin una urbanización adecuada. Tampoco se aprecian esfuerzos denodados desde el sector público para cambiar la percepción que los turistas tienen de España, de forma que puedan optar a destinos distintos del paquete playero a precios bajos. Quizá porque la Administración central y las comunidades autónomas y las empresas no han conseguido el grado necesario de coordinación. Sería una ayuda considerable que la Administración unificara las estadísticas disponibles sobre el mercado turístico. Hoy reina una llamativa dispersión entre los números que facilita la Dirección General de Aduanas y la visión que procede de las encuestas del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. Si no se pueden analizar las tendencias con detalle o si los mensajes son contradictorios, difícilmente podrán articularse políticas adecuadas para cada zona, mercado y ocasión.
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