Adolf Frohner, pintor
El pintor austriaco Adolf Frohner falleció el pasado día 24 a los 73 años. Siempre entendió el arte como agitación y como constante rupruta de tabúes, y representó sobre todo el movimiento 'accionista vienés'. Colaboró además plásticamente con el poeta Erich Fried.
El pasado 19 de enero, el pintor austriaco Adolf Frohner, con su vitalidad de siempre, estuvo presente en Krems, a orillas del Danubio, al echarse la primera pala para la construcción de un museo dedicado a su propia obra. Tenía aún muchos proyectos entre manos. Uno era procurar que esta futura institución no llegara a ser un letárgico museo, sino un centro de comunicación y diálogo, activo y dinámico como él mismo. Pero no pudo ser. El pasado miércoles el pintor falleció por un repentino trastorno de salud, a la edad de 73 años. "Creo que con su vida habrá estado satisfecho. Siempre hizo lo que más quería y como él quería", observó su hijo Alexander.
Desde muy joven el artista oriundo de la Baja Austria se entregó a la pintura y las artes gráficas. Dio sus primeros pasos como autodidacta, pasó por la Academia de Bellas Artes de Viena, escribió críticas y fue tras una beca en París, bajo la influencia de Cézanne y Picasso. "Hay tantos tabúes para romper, tantas tradiciones y reglamentos para combatir, que supongo que mi vida, por más larga que sea, no me alcanzará. Pero lo intentaré", escribió en 1961.
Junto con Herman Nitsch, Otto Mühl, Günter Brus y otros jovenes de su generación, formó el principal movimiento de vanguardia austriaco desde la posguerra. A tono con las corrientes paralelas de los EEUU que iniciaron la cultura del happening , el grupo del "Accionismo Vienés"(Wiener Aktionismus), fundado en 1962 con un manifesto, se destacó por sus provocantes acciones y postulados lanzados para romper esquemas obsoletos y chocar contra la hipocresía de una sociedad reaccionaria que ocultaba con superficialidades su responsabilidad en el pasado nazi. En oposición, y para escándalo de la opinión pública, los "accionistas" acentuaban en sus obras lo más tétrico de la realidad. Aunque Frohner se distanció luego del movimiento, nunca abandonó la temática de la violencia, que se expresa en muchas de sus representaciones del cuerpo humano, sobre todo el femenino, fragmentado, amordazado , desgarrado. Se atreve a proponer la fealdad como medio ineludible de expresión. Con el poeta Erich Fried creó una serie de máscaras fúnebres, entrelazando la expresión plástica con la lírica. Trabajó con Daniel Spoerri y encontró inspiración en el tachismo y en el Art Brut ideado por Jean Dubuffet. Los críticos lo festejaron en la Bienal de San Pablo en 1969, un año más tarde también expuso en la Bienal de Venecia y a partir de 1975 inició su actividad docente como profesor de la Academia de Artes Aplicadas de Viena. Austria lo condecoró con los más prestigiosos premios. " Toda su vida ha sido una figura polarizante y provocadora, que ha marcado el arte y la sociedad de nuestro país", destacó la ministra de Arte, Cultura y Educación, Claudia Schmied. Aunque rebosante de vida y actividad, a Frohner no le espantaba la muerte: "Hay que confrontarse con la muerte, no por miedo, sino para completar la vida. Pintar contra la muerte alimenta la creatividad".
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