Contra el exilio de la filosofía
El exilio de la filosofía supone el exilio de la verdad, así que conviene ocuparse de vez en cuando de la historia de las ideas y de sus pensadores, a contracorriente de un mundo deslumbrado por mentiras y manipulaciones. Este libro satisface, además, el gozo de saber.
ATLAS DEL PENSAMIENTO UNIVERSAL. Historia de la filosofía y los filósofos
Heleno Saña
Almuzara. Córdoba, 2006
284 páginas. 20 euros
La sabiduría era una virtud admirable en la Grecia antigua, y el ejercicio de la filosofía (literalmente, amor a la sabiduría) podía hacerte famoso. "¡Ha venido Protágoras!", corrían las voces en Atenas cuando el célebre sofista llegaba desde Sicilia para enseñar a los jóvenes de la ciudad -también a Pericles- el arte de argüir. Si Platón y Aristóteles le tuvieron inquina fue sobre todo porque enseñaba por dinero, una práctica considerada entonces deshonrosa para un sabio, no porque el autor de los Discursos demoledores defendiese el relativismo o proclamase que el hombre es la medida de todas las cosas ("de las que son, en tanto que son; de las que no son, en tanto que no son").
El relativismo va hoy por otros barrios, y la filosofía, como ciencia, ha sido arrinconada con el mismo desparpajo con que en el siglo pasado mandaron al desván el conocimiento de las lenguas clásicas. La consecuencia es palmaria: confusión, falta de principios, dominio y fama de la mentira y la manipulación, nulo papel de la reflexión filosófica. "El exilio de la Filosofía significa el exilio de la verdad", sostiene Heleno Saña. O lo que es lo mismo: una época que ha vuelto la espalda a las enseñanzas de los maestros y guías espirituales de la humanidad, y vive pendiente de las modas y corrientes de opinión fabricadas por la razón instrumental al servicio de los grupos de presión -políticos, económicos, mediáticos, culturales...-, es una época en estado de alienación. Lo argumentó Herbert Marcuse hace medio siglo. Todo ha ido a peor desde entonces.
Este atlas de Saña es un intento de oponerse a esa triste situación. El lector en español tiene a mano empeños parecidos, tan míticos como la pequeña historia del pensamiento publicada en 1981 por José María Valverde con el título Vida y muerte de las Ideas, o el imponente Diccionario de Filosofía, de José Ferreter Mora, editado en 1941 en México por culpa de la censura franquista, pero recuperado con creces tras la muerte del dictador, aún a tiempo de que el autor lo corrigiera y aumentase hasta llegar a sus actuales 3.589 páginas en cuatro volúmenes.
La importancia del atlas de Heleno Saña es la perspectiva. Residente desde 1959 en la República Federal de Alemania y autor en lengua alemana de quince libros -La nación acomplejada, El IV Imperio o Los alemanes entre la megalomanía y el lloriqueo, entre otros-, y de veinte en español, Saña, combatiente antifascista de insobornable independencia, escribe desde el compromiso; mejor dicho, no se ha dejado llevar por simpatías o antipatías, pero ha elegido a los pensadores en función de su influencia en el pensamiento universal y en la historia real, al margen de que esa influencia haya sido fecunda o perniciosa.
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