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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El espíritu de hoy

Las exposiciones de Jordi Teixidor y Antón Lamazares en Madrid permiten establecer un contrapunto entre la obra de dos artistas disímiles pero con puntos comunes.

JORDI TEIXIDOR

Galería Antonio Machón Conde de Xiquena, 8. Madrid Hasta el 28 de febrero

ANTÓN LAMAZARES

Galería Álvaro Alcázar Hermosilla, 58. Madrid

Hasta el 28 de febrero

Las vanguardias de hace cien años se caracterizaron por la provocación y se apoyaron en el mito del artista como trasgresor de cualquier convención social. Por el contrario, el arte que se practica hoy, aunque heredero del de aquellos revolucionarios, huye de la provocación. Un aura de seriedad académica vela hoy cualquier actividad artística, con independencia de las pretensiones de sus creadores. En este contexto, tanto Jordi Teixidor (Valencia, 1941) como Antón Lamazares (Lalín, 1954) iniciaron su andadura aceptando principios vanguardistas, el primero abrazando tempranamente la abstracción y el segundo sirviéndose de materiales de desecho. Ambos han recorrido un largo camino afianzando sus lenguajes, depurando sus técnicas y acumulando experiencia, lo que les permite ahora ofrecer obras maduras, serenas, sin estridencias.

Aunque en la pintura de Jordi Teixidor la pulsión de la pincelada, heredera del expresionismo abstracto, tiene una enorme importancia, la estructura del cuadro es fundamental. Sirviéndose de formatos generalmente cuadrados y recurriendo a divisiones de la superficie pictórica con líneas horizontales y verticales consigue unas composiciones sobrias y equilibradas, en las que asoman los criterios de orden de un Mondrian. Su trabajo, realizado por series de cuadros que poseen una misma estructura formal, afianza la idea de un artista metódico, mientras que los diferentes tipos de pinceladas y cromatismos desvelan una delectación en el acto pictórico que escapa a la racionalidad compositiva.

Si Jordi Teixidor no necesi-

ta ningún pretexto para pintar ya que la propia forma y estructura depurada de sus cuadros le conducen al acto de la pintura, sin tener necesidad de justificar nada, en las últimas obras de Antón Lamazares parece haber un tema explícito: la esquemática silueta de una casa.

Mientras que Jordi Teixidor ha encontrado en el tradicional lienzo montado sobre bastidor y en el óleo como materia pictórica sus medios de expresión, Lamazares experimenta con maderas y cartones, con materiales usados y desechados que clava o atornilla, y sobre los que pinta, pero dejando explícito qué tipo de materiales son, de dónde proceden y cómo se ensamblan. La experiencia acumulada durante más de treinta años pintando y experimentando le permite sacar provecho de los materiales y, sobre todo, de los pigmentos y barnices.

En esta última exposición, la cuidada presentación de las obras, montadas sobre marcos ligeramente estofados con pan de oro, contrastan con la pobreza de los cartones de desecho y refuerzan el brillo de los barnices, consiguiendo así crear un aura de credibilidad. De esta manera estos dos artistas, que no poseen en común ningún lazo ni estilístico ni generacional, reflejan el espíritu de su época.

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