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Reportaje:

Cuando ser las mejores no es suficiente

Las jugadoras de un prestigioso equipo de fútbol sala de Navalcarnero posan desnudas para reivindicar el deporte femenino

Daniel Verdú

¿A quién le interesa ver a unas cuantas chicas detrás de un balón? ¿A usted? No diga que sí, que las gradas están vacías. El fútbol es cosa de hombres. Ellas, ya se sabe, tienen otras cualidades. Así que si lo que quería era arroz, ahí van dos tazas. "Es triste que tenga que ser así, pero después de habernos desnudado, nos conoce todo el mundo".

Antes de posar como vinieron al mundo para la revista Interviú, al Encofra-Navalcarnero no lo conocía nadie. Pero es uno de los equipos de futbol sala femenino más prestigiosos del mundo. Tiene seis jugadoras internacionales absolutas, fue el primero que fichó extranjeras en la división de honor española y la semana que viene se juegan la Copa de la Reina en Canarias. Pero hasta que las chicas no han enseñado un poco de carne, ni ellas, ni el resto de equipos de la máxima división femenina han logrado atraer la atención de la prensa. Ayer, fueron la noticia del día.

Ninguna de las 16 mujeres del club madrileño cobra por jugar
"Cuando termine el rollo del desnudo ni nos preguntaréis por la Copa", dice la capitana

Les ofrecieron posar desnudas a cambio de dinero y del reportaje. Se quedaron solo con el reportaje y cubrieron sus partes nobles con material deportivo. "Se trata de una reivindicación del deporte femenino y, en especial, del fútbol sala", explica la capitana del equipo, Eva Menguán, pichichi del campeonato los seis últimos años. "Claro que nos encantaría tener más patrocinadores, pero no lo hemos hecho solo por nosotras. Si no conseguimos que todos los equipos sean fuertes, la competición está muerta", añade.

Ninguna de las 16 jugadoras del Encofra-Navalcarnero cobra. El club tiene un presupuesto de 70.000, casi todos procedentes del patrocinador, y les da un dinero simbólico para las dietas y el transporte y, a las que quieran, les ofrece trabajo como monitoras de fútbol en un instituto o como empleadas del polideportivo municipal que la presidenta del club, Rocío Triguero, y su marido Félix Aranda, el vicepresidente, dirigen. "La mujer siempre ha estado poco valorada en lo deportivo, y ellas pueden jugar muy bien al fútbol. Así que decidimos montar este club", explica Aranda. Eso fue en 1996, y poco a poco han conseguido tener equipos en cuatro divisiones y formar una escuela de fútbol.

Las chicas reivindican su capacidad. "El fútbol sala es muy técnico. El nivel es muy parecido al de los hombres", apunta Lucía, una de 20 años. "Hace un tiempo se organizó un all stars entre hombres y mujeres, y ellas fueron las que marcaron más goles", recuerda Jorge Caprile, jefe de prensa del equipo.

Detrás de todas las jugadoras hay una historia de sacrificio. La aventura que han emprendido no es ninguna pachanga de domingo. A Fabiana Ribeiro, nacida en São Paulo hace 24 años, la ficharon hace tres años. "El año en que vine fue muy difícil para mí. Mi madre acababa de morir. Así que no tenía mucho que perder", recuerda. Aceptó la invitación del Navalcarnero. El club le ofreció trabajo en el polideportivo y la oportunidad de prosperar en una liga mejor.

Y Fabiana recomendó a Raquel Souza. Medalla de bronce en las olimpiadas de fútbol once con brasil y en el mundial de EE UU. "En Brasil no pagan mucho dinero, así que allí jugaba en dos equipos para ganar más", recuerda. "En Brasil se juega más bonito. Pero la liga de aquí es mucho más profesional y competitiva", analiza. Por eso, en cuanto una brasileña ficha por un equipo español, sus posibilidades de estar en la selección de su país se multiplican.

A Lucía la ficharon el año pasado del Orense. "Mi sueño ha sido siempre jugar aquí. Este es un equipo diferente. Mientras algunos pagan un poco más a sus jugadoras, aquí se invierte en viajes y en promocionar el equipo internacionalmente", explica la gallega. "El dinero te lo gastas. Pero las experiencias que tienes y el prestigio que adquieres es para siempre".

El club no tiene socios, pero cuenta con una afición cada vez mayor. "En un partido normal podemos convocar a más de 100 personas. Pero un derbi con el Móstoles, como el de la semana pasada, vienen unas 500", explica el vicepresidente.

Al Móstoles le metieron ocho goles ese día. "Es un derbi, y al final del partido hubo un poco de tensión y se montó una tanganilla", recuerda la capitana, que para más inri, es de mostoleña. "Ponlo, ponlo. Vanessa-dice señalando a la portera del equipo-, es titular de la selección española y es de Móstoles. Podría jugar ahí por más dinero, pero prefiere estar con nosotras", dice Eva con enorme orgullo.

El año pasado se les escapó la liga y la copa por poco. Este año van a por el doblete. De momento, han tenido más publicidad de la que habría soñado cualquiera de los patrocinadores que nunca llegaron a fijarse en ellas.

"Lo malo de esto es que cuando termine todo el rollo del desnudo, no os vais ni a acordar de preguntarnos como nos ha ido en la copa", dice la capitana en referencia al desdén de la prensa hacia el fútbol sala femenino. Para el que quiera, la fase final de la Copa de la Reina se juega en dos fines de semana: 2, 3 y 4 de febrero. Los finalistas son los ocho primeros equipos de la liga, que se disputarán, a machete, el trofeo de la Doña Sofía.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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