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Reportaje:

Un hombre denuncia que dos policías le pegaron por fumarse un porro

Jefatura Superior dice que el acusado disparó tres veces a un agente tras arrebatarle el arma

Daniel Verdú

Daniel Guilló, un masajista de 27 años, recordará toda la vida el saborcillo amargo del porro que se fumó la noche del jueves en compañía de su novia y de una amiga de ésta. La velada terminó el sábado al mediodía en los juzgados de la Plaza de Castilla, detenido junto a sus acompañantes y la madre de una de ellas, y acusado de tentativa de homicidio, atentado a un agente de la autoridad y de fumarse un porro en la vía pública. Él acusa a los agentes de darle una paliza.

El pasado jueves, Daniel y su novia, de 22 años, acompañaron a una amiga de ésta a su casa. "Últimamente ha habido violaciones en la zona y nos parecía peligroso", explica. Por el camino, en la calle de Antonio Machado con Valderrodrigo (en Moncloa), Daniel sacó un poco de hachís y se hizo un porro. Y éste es el límite de coincidencia de las historias ofrecidas por él y por la policía respecto a lo sucedido a continuación.

Según Daniel, dos personas se acercaron a ellos y les dijeron que eran policías. "Les pedí que se identificaran y no quisieron", relata. "Les dije que haría lo que fuera, pero que me enseñaran la identificación", insiste. Según el acusado, la policía se burló de su petición y procedió a registrarlo de malos modos.

Dice Daniel que siguió insistiendo con lo de la identificación. Y ahí comenzó la trifulca. "Uno sacó una porra extensible, me lanzó un porrazo y me tiró al suelo", recuerda con voz temblorosa. "Juro que no me resistí. Yo no sabía si eran atracadores o policía, pero por si acaso eran agentes, apenas me protegí de los golpes".

Las acompañantes de Daniel llamaron a familiares para que bajaran a auxiliarles. Y ahí siguió la discusión. Los policías pidieron refuerzos y aparecieron varios coches patrulla. "Cuando llegó la policía uniformada, me pusieron las esposas y unos de los primeros me dio tres puñetazos en la nariz y me la rompió". Y de eso, en ambas versiones, tampoco queda ninguna duda.

Se fueron detenidos él, su novia, la madre de ésta y la amiga a la que acompañaban. Él estuvo varias horas en el Hospital Clínico y luego pasó por la comisaría de Moncloa, por la de Moratalaz y por los juzgados de Plaza de Castilla. Donde -y ahí comienza la otra cara de la historia- dice que descubrió que uno de los policías le había acusado de haberle arrebatado el arma y de dispararle tres veces, con la fortuna para ambos de que el arma tenía puesto el seguro.

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En las diligencias policiales el relato es bien distinto. Según los agentes, tras haberse identificado reglamentariamente como policías (y eso incluiría enseñar la placa) se procedió a identificar a los acusados y a levantarles un acta por fumar hachís en la vía pública. Los agentes sostienen que el grupo de tres personas comenzó a insultarles fuertemente. Dicen que los jóvenes iniciaron un forcejeo y que les arrebataron los walkie talkie, lanzando uno a la cara de un policía y el otro rompiéndolo contra el suelo. "Eran dos contra tres", dicen fuentes policiales.

En esas que, según la policía, Daniel le arrebató el arma reglamentaria a uno de los agentes y le disparó tres veces al pecho. Solo que el seguro estaba puesto y el policía esquivó la muerte. Después de ese incidente, dicen fuentes de la Jefatura Superior, que se montó una tangana con los familiares que llegaron y que los policías respondieron con fuerza y contundencia a las agresiones sufridas. Y a partir de ahí, vuelven a coincidir las dos versiones; véase la foto.

Excepto por un detalle. Asegura Daniel que el informe de huellas que su abogado pidió para comprobar si cogió la pistola dio negativo. La policía no da información al respecto porque forma parte de la investigación judicial, pero asegura que "las huellas en una pistola no quedan marcadas igual que un vaso de cristal y que podrían estar borradas". También podría suceder, dicen, que "los peritos no hubieran encontrado los puntos de huella mínimos exigidos por el protocolo para determinar la identidad".

Daniel niega rotundamente todas las acusaciones. "Ni pegue a nadie, ni tiramos walkie talkies, ni, por supuesto, le quité la pistola a un policía y le disparé". Los acusados han denunciado a los policías que le dieron la paliza. Tiene varios testigos y el video que grabó un vecino desde su terraza con el teléfono móvil, aunque prácticamente no muestra nada. Un juez deberá determinar cuál de las dos graves acusaciones cruzadas es la verdadera.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona en 1980. Aprendió el oficio en la sección de Local de Madrid de El País. Pasó por las áreas de Cultura y Reportajes, desde donde fue también enviado a diversos atentados islamistas en Francia o a Fukushima. Hoy es corresponsal en Roma y el Vaticano. Cada lunes firma una columna sobre los ritos del 'calcio'.

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