Puro resultadismo
Un gol de Reyes lanza al Madrid en Mallorca tras otro mal partido del equipo de Capello, el menos goleador en 16 años
El Madrid salvó ayer la papeleta a balón parado. A priori, el panorama resultaba propicio al mal fario para los madridistas. Empezando por el escenario, el Ono Estadi -antes Son Moix-, donde los blancos cayeron con estrépito la temporada pasada, una derrota que trajo emparejada la dimisión del entonces presidente, Florentino Pérez, y el inicio de un ciclo de inestabilidad institucional que todavía parece lejos de solucionarse. Además, enfrente se hallaba un Mallorca en pleno subidón de moral, tras vencer a domicilio al Sevilla, rompiendo una terrible racha de fracasos y mal juego. En este contexto, el Madrid debía apelar a la jerarquía y a la innegable realidad clasificatoria: de ganar, los blancos darían caza al Barça y el Sevilla en la lucha por el liderato. Y así fue: el Madrid sacó petróleo a balón parado. Fútbol, como a lo largo de la temporada, no expuso nada de nada. Y eso ante un rival que flojea de forma notable en su feudo: el Mallorca no ganaba en casa desde el 24 de septiembre (2-1 al Espanyol).
MALLORCA 0 - REAL MADRID 1
Mallorca: Moyá; Héctor, Ramis, Nunes, Navarro; Basinas, Jordi (Víctor, m. 85); Varela (Jankovic, m. 80), Ibagaza (Arango, m. 72), Jonás Gutiérrez; Maxi López. No utilizados: Prats; Tuni, Dorado y Kome.
Real Madrid: Casillas; Sergio Ramos (Raúl Bravo, m. 60), Helguera, Cannavaro, Torres; Gago, Diarra; Reyes, Higuaín (De la Red, m. 82), Robinho; y Van Nistelrooy. No utilizados: Diego López; Pavón, Míchel Salgado, Mejía y Nieto.
Gol: 0-1. M. 77. Reyes lanza una falta directa con la izquierda que se cuela por una escuadra de la portería de Moyá.
Árbitro: Fernández Borbalán. Amonestó a Ibagaza, Sergio Ramos, Basinas y Diarra.
23.000 espectadores en el Ono Estadi.
Con los castigos del técnico, Gago e Higuaín llevan un maratón de partidos desde su llegada
Estar con los mismos puntos que el Barça es una coartada perfecta para el entrenador italiano
Pero el Madrid, por más que sume puntos, no convence. En Palma hubo golpe de autoridad, aunque sí una mejoría apreciable en la actitud y la imagen del equipo y, ante todo, un resultado favorable que ayudará a calmar los ánimos en el Bernabeu. Que el Barça esté a su altura, aunque con un partido menos, siempre ayuda. Una coartada perfecta para el técnico italiano.
De entrada, el problema del equipo de Capello se llamó ayer Ibagaza. El argentino, que habitualmente complica la vida al Madrid supo moverse con comodidad entre líneas y fue un peligro constante mientras el Mallorca tuvo la posesión de la pelota. Para crear superioridad en el centro del campo y desarmar a Gago, Gregorio Manzano, el técnico local, había ordenado a sus hombres de banda, Jonás y Varela, caer al círculo central para reforzar la presión del doble pivote. Cuando los baleares recuperaban el balón, la conexión con Ibagaza era inmediata. Mientras le dejaron, el pequeño mediapunta se asoció con clarividencia y rapidez con Maxi López, que dispuso de un par de buenas ocasiones frente a Casillas.
El Madrid arrancó lento y pesado como un diesel. Como si a sus futbolistas les pesaran las piernas. Entre lesionados, sancionados y castigados por Capello, lo cierto es que el Madrid se ha quedado sin cesto. Una losa para dos chicos tan jóvenes como Gago e Higuaín, que recién aterrizados ya llevan encima una paliza considerable. Gago, por ejemplo, lleva cinco partidos consecutivos en un plazo de 14 días. E Higuaín uno menos. Quizá por ello el Madrid no se sacudió la modorra hasta los veinte minutos. Fue cuando despertó Higuaín y cuando Gago halló la manera de zafarse del agobio al que le sometían los rivales en cuanto el balón llegaba a sus botas. También cuando Diarra, en su mejor versión desde que aterrizó en Chamartín, comenzó a sentirse cómodo. El africano se sintió liberado gracias a que fue precisamente Gago quien recibió las atenciones de los medios de contención del Mallorca. Sorprendentemente, del francés nació la oportunidad más clara de los blancos en la primera mitad. Con un pase larguísimo, Diarra dejó a Higuaín absolutamente solo ante Moyà. El delantero, espléndido en el arranque y la lectura del pase, no supo resolver y entregó un disparo flojo y mal colocado que permitió lucirse al portero.
La batalla por la iniciativa del juego se diluyó en un vistoso intercambio de golpes hacia el final del primer periodo. Los locales, comandados de nuevo por Ibagaza, que continúo ofreciendo su repertorio de pases de fantasía, se sostenían en el encuentro. El enganche, demasiado irregular durante toda la temporada, firmó ayer su mejor actuación desde que reingresó en las filas mallorquinistas. Le faltaron, eso sí, cómplices en el ataque con un Maxi tan batallador como escaso de acierto y, sobre todo, muy sólo en punta.
La misma dinámica se prolongó durante la segunda parte, en la que el Madrid asumió el dominio aunque sin ser capaz de llegar con claridad. Por su parte, los baleares siguieron pecando de una mala finalización y padecieron un importante bajón fisico. Se entregaron entonces, sin complejos, al contragolpe. El partido se calentó de forma innecesaria a raíz de una jugada estúpida: Maxi cayó presuntamente lesionado y Gago quiso enviar el balón fuera con tan mala puntería que su despeje se convirtió en un certero globo que Van Nistelrooy trató de aprovechar sin éxito. La tangana que se montó fue monumental y se saldó con dos amonestaciones. Desde ese momento, las patadas, empujones y recriminaciones se apoderaron del encuentro.
Y, en medio del lío, apareció Reyes. El andaluz había buscado el uno contra uno hasta la extenuación sin lograr salirse con la suya. Lleva tiempo a la deriva, fuera de plano partido a partido. Pero, cuando Diarra cayó en la frontal del área, el extremo se hizo con la pelota para ejecutar la falta directa. Con un lanzamiento de libro, fabricó los tres puntos que aúpan al Madrid en la Liga y suponen un bálsamo en la entidad blanca para cerrar una semana de crisis abierta. Máxima eficacia para el Madrid más rácano de los últimos 16 años.
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