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Reportaje:

Lo que la mafia no perdona

Procesadas cuatro personas por el crimen de dos narcos en Arousa

Un año de investigaciones judiciales bajo un estricto secreto han seguido, sin éxito, el rastro del implacable brazo de la mafia que, según los indicios, desencadenó en el brutal asesinato de dos hombres en Cambados, hace ahora un año. El grupo multinacional que aparece implicado en el doble crimen, el ensañamiento con las víctimas y un móvil que presumiblemente conecta entre sí con bandas de narcotraficantes son datos que hablan de nuevas estructuras mafiosas cada vez más violentas dentro del lucrativo negocio de la cocaína. Los cuatro implicados en el crimen comparecerán mañana ante la juez, que les comunicará su procesamiento tras ser levantado el secreto del sumario.

Eran las 5 de la tarde del 3 de diciembre de 2005, cuando un vecino de Castrelo, en Cambados, caminaba por una de sus fincas y un olor a quemado le guió hasta lo que quedaba de un coche que pocas horas antes había dejado de arder.

Días antes de ser asesinado, Ricardo Feijoo ya recibió una paliza en Cambados
Una de las víctimas estuvo dos horas amordazada a la vista de su hijo de 10 años

Una pareja de la Guardia Civil acudió al lugar guiada por el testigo. Era noche cerrada, pero en un viejo molino situado a 30 metros de distancia pudieron observar la escena espeluznante de dos individuos maniatados que yacían boca abajo prácticamente carbonizados. En apenas una hora, la noticia de un nuevo ajuste de cuentas se extendió por la comarca de Arousa, cuna de famosos capos y escenario de otros crímenes de deudores y delatores.

Para identificar los cadáveres sólo había una pista, la de una mujer de Ribadumia que había denunciado esa misma mañana la desaparición de su marido, Ricardo Feijoo Vázquez, de 30 años. Según su relato, la víspera llegó a su casa y se había encontrado a dos individuos que le tenían sentado en una silla y amordazado. Dos horas después se lo llevaron con la cara cubierta y le dijeron: "No le pasará nada, pero si cuentas algo le mataremos".

La aparición de un segundo coche calcinado en la localidad portuguesa de Valença do Minho puso a los investigadores sobre la pista del primer detenido, José Manuel Lata Couceiro, de A Coruña, con antecedentes por contrabando. Su rápida excarcelación fue una decisión judicial muy comentada, a pesar de que había alquilado ese coche que utilizaron por los presuntos asesinos para huir. Pero ahora se ha sabido que la puesta en libertad de Lata fue deliberada para llegar a la detención de los cómplices del doble crimen: el empresario vasco José Manuel González Lacunza, con antecedentes por contrabando; Oíhan Piedagnel, de Hendaya, y Pierre Muñoz, que residía en Barcelona.

Según la reconstrucción de los hechos, Lacunza esperó fuera del chalé de Ricardo Feijoo, en Barrantes, con su primo José Angel Feijoo Abal, de 27 años, la segunda víctima, y con otros dos individuos brasileños que están en busca y captura, mientras Piedagnel y Muñoz entraron en la casa para reclamarle el dinero de una deuda de cocaína. Durante casi dos horas permaneció amordazado Ricardo Feijoo por sus secuestradores, en presencia de su hijo de diez años.

Los pistoleros y sus víctimas se desplazaron hasta el lugar donde iban a perpetrarse los asesinatos, un molino abandonado de la parroquia de Castrelo, entre los municipios de Ribadumia y Cambados, y que probablemente fue idea de Javier González, un vecino de Cambados implicado en el proceso que también se encuentra en busca y captura, aunque se cree que no participó en la vendetta. Amordazados y maniatados, Ricardo y su primo José Ángel recibieron sendos disparos en la cabeza. Una vez muertos, sus verdugos los colocaron boca abajo, los rociaron con gasolina y le prendieron fuego.

José Angel trabajaba en el negocio familiar de las mejilloneras y Ricardo era propietario del pub Pirata, en Cambados, Tenía fama de mal pagador, lo que pudo marcar su final. Algunos testigos comentaron la paliza que recibió en el muelle de la localidad apenas dos semanas antes de aparecer su cadáver. La víspera de los asesinatos pudo recibir un primer aviso de sus acreedores cuando la nave que tenía alquilada en Cambados, con una planeadora dentro, ardió, al igual que su todoterreno.

Los investigadores no han podido determinar la supuesta operación de narcotráfico que habrían realizado las víctimas y qué banda estaría detrás de los asesinatos. Una evidente falta de pruebas en medio de una investigación llena de coincidencias. Algunos testigos que reconocieron a los cómplices han rectificado su declaración. No quieren saber nada por temor a represalias.

Los cuatro presuntos implicados acudirán mañana a los juzgados de Cambados. Han sido citados por la jueza instructora del caso, Irene Roura, para practicar las últimas diligencias antes de trasladar el sumario a la Audiencia de Pontevedra, donde serán juzgados, y dictar su procesamiento. Durante el último año, los cuatro implicados han permanecido en prisión, excepto Lata que estuvo unos meses en libertad lo que permitió completar la investigación de la trama gracias a cientos de escuchas telefónicas.

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