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Columna
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Una jaula de grillos

El chorro de humo que Batasuna había esparcido desde el atentado de ETA se disipó ayer. Detrás de la bruma, los dirigentes de la izquierda abertzale se están tirando los trastos a la cabeza.

Arnaldo Otegi intentó en estos 17 días una triquiñuela macabra, la de sostener que el Gobierno tenía la culpa del atentado de Barajas y que ETA no había roto la tregua. Luego, hizo el montaje de una escena pésimamente interpretada al solicitar a la banda terrorista que mantuviera, intacto según dijo, el alto el fuego. Quizá al decir que ETA no lo había roto el mismo 30-D se delató demasiado como parte de la banda. Ahora, pues, lo pedía formalmente. Y ETA, horas después, le hacía caso. El atentado puede convivir, vino a decir, con el alto el fuego. Otegi dijo que ETA estaba, pues, en disposición favorable y que era el único destinatario que había respondido a su petición.

Y, ahora, cuando puede confirmar que nadie puede tomarle en serio, ¿qué dice? Que el comunicado de ETA genera "confusión" en ciertos sectores de la izquierda abertzale, quienes creen que la amenaza de nuevos atentados ("la capacidad de responder" de ETA) "resta credibilidad" al alto el fuego. "Son sectores a tener en cuenta", dice Otegi en actitud sensible respecto a sus compañeros, y tiene la receta para ello: la izquierda abertzale tendrá que hacer "una reflexión". El que ha lanzado la cortina de humo propone reflexionar sobre los efectos tóxicos de ella.

A continuación, salió al ruedo alguno de sus compañeros que son guardianes de la ortodoxia. Según Pernando Barrena, ETA "ha tomado una decisión positiva en clave de proceso, una posición que nos satisface y por lo menos desde esa parte abunda en la creación de condiciones para hacer viable el proceso de resolución". Barrena continúa la orientación inicial que, según dice ahora Otegi, ha creado confusión. Por eso repite al maestro en aquello del emplazamiento "a todos los que en estos momentos muestran buena voluntad para que ese proceso salga adelante y mantienen posiciones -como en el caso de ETA, el alto el fuego- que, en la práctica, demuestren que esas posiciones son creíbles".

Como dice un adagio del viejo periodismo: "Hay que seguir la pista del dinero". ¿A qué viene esto? Pues a una cosa muy sencilla: el atentado ha pillado a Batasuna en medio del debate sobre su asistencia/legalización a las próximas elecciones municipales de mayo. Se trata de poder y, claro, de dinero. Que en las diputaciones lo hay.

Al referirse, precisamente ayer, a los comicios, Otegi aseguró que Batasuna "estará en las elecciones" aunque, eso sí, no sabe aún "cómo". Pero estimó que "lo sensato y lo razonable es pensar que aún hay posibilidades de que estemos en condiciones de legalidad". Todavía pretende ignorar que el tren ya ha salido de la estación.

Como dice Maite Pagazaur-tundúa, si no fuese trágico se podría decir que Otegi y los suyos creen ser personajes de aquel filme cómico británico La Vida de Brian.

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