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Reportaje:

Golpes bajos en la derecha francesa

El candidato Sarkozy recibe más ataques desde sus filas que desde la izquierda

Mañana, Nicolas Sarkozy será elegido candidato de la Unión por un Movimiento Popular (UMP) a la presidencia de Francia, prácticamente por aclamación. Es el único postulante; Michèle Alliot-Marie anunció ayer que se retiraba. Cuenta con el apoyo ampliamente mayoritario del centro-derecha francés. Se espera que unos 50.000 militantes del gran partido de la derecha gubernamental -enésima reencarnación del gaullismo- acudan al Congreso que se celebrará en París en el recinto ferial de la Puerta de Versalles para asistir a la espectacular ceremonia de entronización cuyo presupuesto supera los tres millones y medio de euros. Y sin embargo, su llegada al palacio del Elíseo nunca había despertado tantas dudas.

Los 300.000 militantes de la UMP ya han votado -casi todos por él- pero será elegido sin el voto del primer ministro del Gobierno del que forma parte, Dominique de Villepin, ni el del presidente de la Asamblea Nacional en la que su partido es ampliamente mayoritario Jean-Louis Débré. El actual jefe del Estado, Jacques Chirac, no acudirá al Congreso y ni siquiera enviará una felicitación, porque considera que no puede intervenir en un acto electoral. Eso sí, amaga con presentarse para un tercer mandato. Y es que, al margen de simpatías o antipatías personales, crecen las dudas sobre su capacidad para derrotar a la candidata socialista Ségolène Royal, que ha hecho saltar por los aires la ortodoxia del viejo modelo político francés.

En los últimos meses, Sarkozy ha recibido más golpes bajos procedentes de su campo que de la oposición socialista. Sus rivales dentro de la UMP han ido desde sugerir que es un político "inquietante" o que tiene "problemas de carácter", hasta anunciar abiertamente que si en la segunda vuelta -como parece previsible- el ministro del Interior se enfrenta a la candidata socialista Ségolène Royal, votarán por ella. Entre la clase política toman cuerpo las sospechas de que desde las filas chiraquistas se asume que esta elección la ganará la izquierda, con el consuelo de poder deshacerse de Sarkozy para la siguiente cita con las urnas.

Otro de los escenarios que contemplan los analistas es que, en la eventualidad de que la campaña de Sarkozy arranque mal, que las encuestas empiecen a mostrar que Royal le saca varios cuerpos de ventaja, podría plantearse la entrada en liza del propio Chirac o incluso de Villepin, que sería el tapado del presidente.

El primer ministro presenta cada día nuevos proyectos y plantea retos de futuro como si estuviera esbozando un auténtico programa electoral. Los votantes conservadores, sin embargo, cierran filas en torno a Sarkozy, lo que explica también la devoción que despierta en la militancia de la UMP y entre la gran mayoría de los cargos electos del partido, conscientes de que sus votantes no les perdonarían una traición al candidato oficial de la UMP.

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