La ira de Mendizorroza
La afición de Vitoria más pendiente de su pulso con Piterman que de la visita del Barça
La última vez que el Barcelona jugó un partido de Copa en Vitoria, el viejo Mendizorroza reventó para ver a los compañeros de Cruyff, a quien la normativa vigente prohibió participar: en la Copa todavía estaba vetado que jugaran extranjeros. Ganó el Alavés, 1-0, con gol de Salamanca y la ciudad celebró el triunfo que permitía soñar con las semifinales. Ayer, una hora antes del partido, por el paseo de Cervantes, en el camino que lleva al estadio, nada invitaba a pensar que el campeón de Europa visitaba el estadio del Alavés: una pareja practicaba el footing camino de Armentia; ciclistas aficionados iban y venían por el mismo camino y no pocos paseaban tan tranquilos. En la tienda oficial, vacía, y en las taquillas del campo, apenas la afluencia de gente daba para hacer una cola mínimamente visible. "No nos ha recibido nadie", comentaba un miembro veterano del cuerpo técnico azulgrana.
A la hora del encuentro, la asistencia era de 6.027 aficionados. Los seguidores locales dejaron claro otra vez que le importa bien poco la suerte de ese equipo al que en la década de 1950 alguien bautizó como El glorioso, que no hace tanto jugó una final de UEFA y que, metido en la cola de la Segunda División, lucha contra sí mismo y la sinrazón de Dimitri Piterman. Las paredes exteriores de Mendizorroza están llenas de pintadas con referencias al magnate de origen ucranio: "Dimitri, vigila tu Hummer", "Vete de aquí", "Dimitri kampora" y "Déjanos en paz", frases del sentir de la afición.
Los jóvenes que normalmente ven los partidos en el gol norte -ayer apenas unos 40- abandonaron sus localidades mediado el segundo tiempo. Al grito de "Dimitri, escoria, fuera de Vitoria", trataron de acceder a la tribuna principal, pero una decena de beltzas -los especialistas antidisturbios de la policía autónomica- se lo impidieron. Los exaltados se conformaron con seguir profiriendo cánticos insultantes hacia el máximo accionista del club.
El futuro del Deportivo pasa por un momento tan complicado que Javier Rojo, presidente de la Caja Vital, entidad señalada como posible compradora de las acciones de Piterman se planteó el martes que lo mejor sería la desaparición del Deportivo y que se refundara en un nuevo club.

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