Grotesca representación
El poeta que cantaba las gestas criminales de Nicolae Ceausescu, Corneliu Vadim Tudor -al que muchos consideran el ser más cobarde de Rumania-, trovador favorito del experimento comunista, apologeta de los proyectos que costaron decenas de miles de vidas de presos políticos y de conciencia durante más de dos décadas, se nos ha erigido en gran caudillo en el Parlamento Europeo, al sumar, con la ampliación, los escaños necesarios para formar un grupo de extrema derecha.
Romania Mare, el partido ultraderechista del ex comunista Vadim Tudor ha logrado crear el grupo parlamentario de lo que podríamos llamar lo peor, ese híbrido roji-pardo, comunista y fascista que, por lógica, ha sobrevivido mejor larvado en regímenes totalitarios que en maduras democracias. Pueden quejarse todos menos aquellos que aún admitan a comunistas y fascistas en sus filas, pero es tarde para lamentarse. Vadim Tudor, al que a punto estuvieron de lincharle sus conciudadanos en Bucarest a finales de diciembre de 1989 -apenas ejecutado su mentor Ceausescu-, reconocido en la calle Victoria de Bucarest que huyó saltando como un gamo por encima de verjas urbanas, dispone de más contactos y dinero que toda la gente decente de Rumania. Por eso siempre defenderá en Estrasburgo como en Bucarest los peores intereses de la peor gente gracias a la alianza entre fascistas y comunistas que tan bien funcionó en Rumania.
Náusea produce la imagen de una Cámara europea infiltrada, por voluntad popular, por personajes que defienden crímenes étnicos, disculpan la tortura y celebran el genocidio. La extrema derecha europea adquiere una nueva y lamentable calidad con los ex comunistas que se han adherido a sus filas. Se notará muy pronto.
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