Bielorrusia sufre por el gas
Su economía se puede ralentizar tras el nuevo acuerdo con Rusia
El reciente acuerdo firmando por Bielorrusia, que eleva fuertemente los precios del gas procedente de Rusia, podría traer serias dificultades para el desarrollo económico de la ex república soviética. Los más pesimistas hablan de una fuerte ralentización, debido a la pérdida de los subsidios a la exportación de los hidrocarburos. Mientras, el crecimiento de su PIB ronda el 7% anual.
El FMI advierte de la dependencia de los envíos rusos, y de que el país ha basado su crecimiento en comprar crudo y gas bajo los precios de mercado
Entre 2002 y 2005, su media de crecimiento ha sido del 8,2%, y las previsiones indican que su PIB cerró 2006 con un 7% de alza
La fuerte disputa entre los Gobiernos ruso y bielorruso por los precios del gas se ha saldado con la firma de un acuerdo, que para la ex república soviética podría ser muy perjudicial. Según afirman analistas locales, la imposición de las nuevas tarifas que duplican los aranceles para la exportación hasta los 180,7 dólares por tonelada, y que establece una nueva tarifa base de 100 dólares por cada mil metros cúbicos de gas, podría convertirse en un fuerte handicap para el desarrollo económico del país a medio y largo plazo.
Durante la última década, Bielorrusia se ha convertido en uno de los países más prósperos de las ex repúblicas soviéticas, basando su crecimiento en los elevados precios de los hidrocarburos y de su situación estratégica como puerta de entrada de Europa a los yacimientos gasíferos de su vecina Rusia. Entre 2002 y 2005 su media de crecimiento ha sido del 8,2%, y las previsiones indican que su PIB cerró 2006 con un 7% de alza, según cifras preliminares del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Durante este periodo, y siempre bajo la atenta mirada del FMI, Bielorrusia ha logrado reducir su inflación desde el 25,4% durante 2003 hasta el 9% con el que cerró el pasado curso. Logros económicos que se han mantenido en el marco de una férrea disciplina fiscal que basada en los fuertes ingresos de los hidrocarburos ha permitido tener un déficit fiscal que en 2006 llegó hasta el -0,1%, cerrando por tercer curso consecutivo con cifras inferiores al 1%.
Los especialistas indican que el nuevo acuerdo significa en la práctica el fin de los subsidios a la importación que Rusia ha aplicado a su vecino. Periódicos rusos incluso estiman que con estos nuevos impuestos Bielorrusia podría perder el 10% de su presupuesto fiscal, estimado en 15.000 millones de dólares. De momento, el Gobierno bielorruso de Alexander Lukashenko ha establecido un nuevo canon por el tránsito de petróleo. Desde el 1 de enero ya rigen unos aranceles de 34 euros por cada tonelada de crudo ruso que cruza la frontera, una medida que se antoja insuficiente.
Dependencia rusa
El principal problema, según advierte el FMI, es que el país es excesivamente dependiente de los envíos rusos y ha basado todo su crecimiento reciente en comprar crudo y gas bajo los precios de mercado -gracias a las subvenciones de su vecino- y a venderlos muy por encima de sus posibilidades. Estos grandes ingresos le han permitido subvencionar empresas públicas ineficientes y financiar proyectos de desarrollo que mantienen estructuras centralizadas en toda su economía interna.
El propio FMI ha exigido a Bielorrusia que descentralice su Estado y que se terminen las políticas que favorecen artificialmente a las empresas estatales. También se pide que el Estado rebaje paulatinamente el gasto público. Unos cambios que, según el Gobierno, ya están en marcha, y que se centrarán fuertemente en la mejora de la competitividad y en mayor inversión en tecnología y desarrollo.
Las previsiones para este año del FMI sitúan el crecimiento de Bielorrusia en un 4,5%, principalmente por el efecto de la caída de los precios internacionales del petróleo y de los hidrocarburos. Esto generará además que su déficit fiscal se dispare hasta el 1,2% y que la balanza comercial sea deficitaria por primera vez en la década. Los gaseoductos bielorrusos transportan el 5% del gas que consume Europa, y sus mayores destinos son Alemania y Polonia.
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