Vida en "estado vegetativo" en un hospital de Tel Aviv
La presencia de dos guardaespaldas apostados en el Departamento de Rehabilitación Respiratoria del hospital Tel Hashomer, cerca de Tel Aviv, delata que hay un paciente especial. En estado de coma desde que el 4 de enero del año pasado padeciera una hemorragia cerebral masiva, el ex primer ministro israelí, Ariel Sharon, sigue conectado a una máquina de respiración artificial. Ausente 12 meses en un país que le tiene presente.
Nueve complicadas operaciones han evitado su muerte clínica, pero Sharon, de 78 años, se encuentra en "estado vegetativo". Lleva un año en las tinieblas de la inconsciencia entre la vida y la muerte, sin poder ver, oír, hablar y entender, aunque no sufre dolores. El único "favor" del que goza como ex primer ministro es disponer de un cuarto para él solo, mientras el resto de pacientes de la planta tiene que compartir las ocho habitaciones restantes.
En una cama especialmente ampliada para sus dimensiones y, vestido con el pijama del hospital, Sharon recibe la atención de tres enfermeras que se turnan las 24 horas del día. "Ha adelgazado mucho y siempre lo tenemos afeitado y limpio. Sus ojos se encuentran cerrados, aunque a veces parpadea y mueve involuntariamente los dedos y pies. Nosotras apuntamos cada movimiento que realiza por muy pequeño que sea", nos dice una de las enfermeras, que prefiere mantenerse en el anonimato. Asume que Sharon no tiene ninguna posibilidad de recuperarse pese a la firme esperanza de sus dos hijos, Omri y Guilad, que aún creen que se despertará y jugará con sus nietos en la granja familiar en el desierto del Néguev. No se plantean poner fin a su pesadilla, confiando en un milagro que ningún especialista prevé.
Guilad y Omri Sharon prefieren escuchar al doctor Ezequiel Ken, que recuerda un caso. "Hace años operamos a una turista suramericana que padeció un derrame cerebral. La operación fue muy similar a la de Sharon. Como él, se recuperó, pero al cabo de dos semanas tuvo otro derrame y se convirtió en un vegetal. Estuvo dos años así, bajo respiración artificial, sin esperanzas de despertarse. Hablábamos con ella en inglés, hebreo y ruso, sin obtener respuesta. Un día, vino una enfermera de Suramérica y habló con ella en español. La paciente empezó poco a poco a reaccionar hasta despertarse", dice el médico, que se niega, por motivos morales, a poner fin a la vida del enfermo.
Aunque los hijos de Sharon quisieran, no podrían desconectar de las máquinas a su padre, debido -paradojas de la historia- a una propuesta de ley presentada por el propio Sharon pocos días antes de ser hospitalizado. La ley, producto de seis años de trabajos, autoriza la eutanasia para ciertos casos, que no incluyen el de Sharon.
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