"Me he roto la cabeza para pillar el duende"
Se enamoró del flamenco tras dejar atrás su pueblito en Laponia, en el Círculo Polar Ártico, y hacer de Marbella su cuartel general al sol. La fotógrafa Marianne Nilsen (Bodø, Noruega, 1953) guarda celosa retratos en su agencia Marbella Casting de más de 7.000 personajes y extras para películas y anuncios. Flamencos como Ketama y Remedios Amaya han posado para las portadas de sus discos. Anarquista mordaz, presume de ser amiga íntima de la familia de la liberal Esperanza Aguirre. Mientras, en sus ratos libres organiza fiestas con quejíos para estrellas como Madonna y Lenny Kravitz. Rezuma belleza madura y desparpajo: "No miento. Digo barbaridades", resuelve. "Padezco de verborrea", avisa entre líneas. Efectivamente, su apabullante conversación agota la hora y media prevista de cinta.
"Yo soy una anarquista total, al 100%. Odio todos los gobiernos y deberían dejarnos en paz. Sólo creo en la bondad del ser humano"
"Aquí está bien visto ser listo y pillo, y el tonto es el que se deja engañar. No puedo cambiar eso del carácter andaluz"
Pregunta. ¿Hay manera de captar el duende con una cámara?
Respuesta. Eso he intentado, porque la cámara no tiene ni movimiento ni sonido, y el flamenco es más que nada ritmo. Ahí es donde me he roto la cabeza, en intentar pillar el duende y la magia.
P. ¿Lo logró?
R. Creo que un poquito sí pillé el duende, porque me enamoré del flamenco. Es una fracción que captas en una foto para conseguir una imagen, aunque es imposible hacerlo todos los días. Hago las fotos en ambientes muy relajados, como mi casa o la de los cantaores. Quiero confianza y no vendo nada de nadie, porque si no, te vendes al lado amarillo.
P. ¿Y cómo conecta una lapona con los flamencos?
R. A través de Antonio Flores, que fue un amigo del alma que me cambió la vida. Pero también porque soy indisciplinada, y por eso nos entendemos y nos llevamos a la perfección. Yo soy una anarquista total, al 100%. Odio todos los gobiernos y deberían dejarnos en paz. Sólo creo en la bondad del ser humano.
P. Luego llegó una portada de disco tras otra. ¿Son muy rebeldes los flamencos para posar?
R. La portada de Ketama íbamos a hacerla en una finca, pero en el último momento cambiamos para fotografiar en la casa. Decidimos improvisar. Los gitanos se rompen la camisa, pero nunca se hizo nada gráfico sobre el tema: "Me rompo la camisa por ti", decían. La tónica de la portada fue que estábamos muy a gustito.
P. Dicen que es experta en organizar saraos flamencos para las estrellas de Hollywood.
R. Cuando llegan por Madrid siempre les gusta disfrutar del compás. Hace poco, Andy García se arrancó con la percusión y no veas qué maravilla el ritmo cubano, la que se formó. De todos modos, la mejor juerga flamenca fue la última en mi casa de Marbella, con Tomatito y George Benson.
P. ¿Guarda pruebas del delito hedonista?
R. A las cinco de la mañana no estás para grabar en vídeo.
P. ¿Nunca se sintió excluida?
R. Es un ambiente muy pequeño y me quieren mucho, aunque no sea ni española. Soy rubia y una guiri gilipollas, y a pesar de eso me jalean para bailar, aunque ellos dicen que lo siento dentro. Por eso le tengo tanto respeto.
P. También levanta actos benéficos a favor de los presos.
R. Organicé el Encuentro contra el Sida en la cárcel de Carabanchel, donde el 70% padecía la enfermedad. Quise hacer algo grande y reunimos 17 grupos de flamenco. Dos autobuses repletos de flamenquitos. Raimundo decía riendo: "Tantos para entrar, a ver cómo salimos". A veces me arrepiento entre bromas de no haberle metido un bombazo a la cárcel y sacarlos a todos.
P. Tiene usted pinta de soñadora.
R. Estoy un poco loca. Para la gente, mucho. Y viva la locura. Loca a mucha honra. Auténtica.
P. ¿Qué le guía a tirar palante?
R. Hay que llenar este mundo de belleza porque tenemos mucho más poder del que pensamos. Yo decido si enfoco a la mierda o a la sonrisa de un niño. Ahí es donde quiero estar, con el niño. No quiero pensar en la gentuza y malayos que nos rodean.
P. ¿Nota el cambio generacional?
R. Sí, nosotros vivimos los sesenta con el LSD y estábamos en contra de lo establecido. Ahora no, les gusta demasiado la pasta y tienen el cerebro comido por la televisión, que es más importante que el ejército.
P. Así que prefiere a los locos que a los cuerdos.
R. El mundo está completamente al revés. El único que sigue en la cárcel es Julián Muñoz. Aunque eso sí, en Marbella ya se ha empezado a dar la vuelta a la tortilla.
P. ¿Tiene pesadillas con su anterior troupe política?
R. Qué gentuza. Es lo peor. Soy andaluza porque lo elegí, y sueño y pienso en español, pero lo único que no soporto es que la gente no tenga palabra. Aquí está bien visto ser listo y pillo, y el tonto es el que se deja engañar. No puedo cambiar eso del carácter andaluz. Y si no tienes palabra no tienes nada, y la gente no puede confiar en ti... ¿Qué queda entonces?
P. Parece usted una idealista muy lanzada.
R. No he puesto una bomba de milagro. Me iba a hacer terrorista con tanta grúa. Quería haber formado la banda de la grúa para volar todas las grúas de las obras cuando no había gente, por supuesto, para volar toda esa mierda que estaba destruyendo mi pueblo.
P. ¿Qué le paró?
R. Nadie quería echarme un cable a mediados de los años noventa, pero todas esas grúas nos hicieron mucho daño y no hubo manera de pararlas. A mí me quitaron toda mi privacidad con unas casas horribles que ahora me impiden ver la montaña de la Concha.
P. ¿Sobrevive el glamour de Marbella a los sopapos de la prensa rosa?
R. Marbella tenía una exclusividad que no era Benidorm, era otra cosa. Pero estos políticos la han vuelto Benidorm, aunque ahora no debería salir ninguno de la cárcel, porque encima chulean de tener dinero del que nadie se ha enterado.
P. ¿Cree que hubo algún inocente en el Ayuntamiento?
R. Me parecen todos tontos. Que les confisquen todo, porque todos han robado. Deberían poner un estudio de grabación para los músicos en la casa de la Pantoja. Con Muñoz es la primera vez en la vida que me alegro de que alguien esté dentro de la cárcel. La avaricia es el pecado más grande, y todos los malayos la padecen. De vergüenza.
P. Y ahora hay menos estrellas.
R. Gil y compañía echaron a Sean Connery, los Flores también se fueron. Queda gente interesante en las montañas, pero escondidos en sus casas. Pero hay también mucho ruso y mucha mafia que trajeron los gilistas. Glamour queda, pero no puede convivir con la caspa.
P. ¿Cuál es el paraíso salvaguardado de su ciudad?
R. El mar, porque no nos lo pueden tocar. En su día intentaron hacer una isla artificial, pero de momento estás en la playa y tienes que darte la vuelta para ver los edificios horribles.
P. ¿Vendió su alma al cante jondo?
R. A mí me encandilan los flamencos, pero yo soy rockera. Entré en el flamenco cuando me tocaron Jimi Hendrix por bulerías, que era la hostia. Antonio me abrió la mente, aunque yo ya había llorado viendo a Lola Flores en Noruega. No se puede explicar. Qué sabe nadie. Somos como hormigas, y la vida hay que disfrutarla. Son cuatro días, y dos llueven.
(Irrumpe el camarero).
P. ¿Están buenas las sardinas?
R. Heavy metal.
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