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Columna
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La distancia

Elvira Lindo

Ay, hoy los padres queremos ser los primeros depositarios de los secretos de los hijos. Los padres de antes aceptaban la distancia como un mal de la edad, pero nosotros la sufrimos como algo que no nos merecemos. Pero la historia es vieja y recurrente: el hijo se va para luego volver, al cabo de los años, algo arrepentido de toda la distancia sentimental que puso por medio. Mientras esperamos el regreso, los padres desconsolados nos consolamos con los momentos de cercanía vacacional. Unas cuantas comidas juntos y alguna película. Contaba Martin Scorsese que aunque nunca tuvo una conversación íntima con su padre siempre lo sintió cercano gracias a la afición que mantuvieron, superada la infancia, por ir juntos al cine. Aquellas confidencias que nunca compartieron se expresaban en realidad a través de los comentarios que de camino a casa hacían sobre la película, que se convertía, sin que entonces ellos lo supieran, en fábula de sus propias vidas. Bien, pues a pesar de la influencia de aquella estafadora corriente cultural que se llamó "coleguismo" consistente en hacer creer a los progenitores (A y B) que con los hijos podía mantenerse una relación de amistad, la realidad se impone: volvemos a conocernos, como hiciera Scorsese en los cincuenta, a través de las películas. Vemos juntos Salvador y ella, la adolescente, es atrapada por la historia de principio a fin. En su interés interviene, cómo no verlo, el atractivo del protagonista. El cine empatiza con el espectador a través de la belleza física. Pero también hay otro factor más misterioso, está contemplando el tiempo de la juventud de sus padres y el motivo por el que su padre fue detenido en una manifestación en Madrid, ciudad en la que algunos estudiantes (también) se manifestaron por la ejecución de Puig Antich. Al día siguiente, ella, la adolescente, hojea sin demasiado interés el periódico y de pronto encuentra una página dedicada a la revisión del juicio del protagonista de la película que vio la noche anterior. Eso provoca preguntas, emoción, el primer buceo a fondo en el pasado de los padres. Pero enseguida vuelve la inevitable distancia, el encierro melancólico en el cuarto donde ella, la adolescente, se entregará a los sueños que pueden realizarse en la gran noche, la de Nochevieja.

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Sobre la firma

Elvira Lindo
Es escritora y guionista. Trabajó en RNE toda la década de los 80. Ganó el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por 'Los Trapos Sucios' y el Biblioteca Breve por 'Una palabra tuya'. Otras novelas suyas son: 'Lo que me queda por vivir' y 'A corazón abierto'. Su último libro es 'En la boca del lobo'. Colabora en EL PAÍS y la Cadena SER.

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