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Reportaje:

Un adiós sencillo a Perales

El político diseñó, antes de morir de cáncer, una discreta despedida en su ciudad natal

Lo dejó todo preparado. Pidió un responso breve para sus amigos católicos y un sencillo entierro en su ciudad natal. Alfonso Perales, secretario de Relaciones Institucionales y Política Autonómica del PSOE, murió apenas 40 días después de que le diagnosticaran un cáncer. Quería un adiós discreto, pero fue multitudinario. Más de 3.000 personas colorearon de luto las calles blancas de Alcalá de los Gazules (Cádiz, 5.633 habitantes). Familiares, amigos, vecinos y compañeros lamentaron esta prematura pérdida.

Los coches de los asistentes al entierro se quedaron en la parte baja del pueblo. A la alta, donde se levanta la parroquia de San Jorge, sólo llegaron los microbuses preparados, los vehículos oficiales de las autoridades más destacadas y el coche fúnebre. Su entrada fue recibida con una ovación espontánea dentro y fuera del templo. Sólo minutos después, el féretro con los restos del político fue llevado a hombros hasta el cementerio de la localidad. Un camposanto pequeño y repleto de flores.

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LUTO EN LA FAMILIA SOCIALISTA

Por esas calles y cuestas de fachadas blancas recuerdan los más ancianos haber visto correr a Alfonso Perales cuando niño. En Alcalá se crió y se forjó profesionalmente. Estudió Historia pero se decantó por la política. Durante la dictadura se dio también sus buenas carreras delante de la policía para defender la libertad. Fue presidente de la Diputación de Cádiz, consejero andaluz de Gobernación y llegó a ser número 3 del PSOE. "Se ha marchado en su mejor momento político", se lamentó el secretario de Organización socialista, José Blanco. Por su talante negociador le reconocían incluso sus adversarios. "Era un hombre de fiar", le definió el presidente del PP de Andalucía, Javier Arenas. Todos coinciden en que el papel de Perales fue fundamental para alcanzar el consenso para la reforma del Estatuto andaluz. "Habrá acuerdo. No sé cómo, pero habrá acuerdo", recuerdan que dijo en la primera reunión negociadora.

El pasado 10 de noviembre acudió al que sería su último acto político en Cádiz para celebrar el centenario de Juventudes Socialistas junto al jefe del Ejecutivo andaluz, Manuel Chaves, y al ex presidente Felipe González. Ya sabía que estaba enfermo pero todavía no tenía el diagnóstico. "Me ha pillado el toro", respondía cuando le preguntaban por su salud. El día antes de fallecer quiso abandonar el hospital sevillano de la Macarena, donde había permanecido ingresado, para marcharse a su casa de Roche, en Conil. Allí murió.

"Fue un buen amigo, un compañero extraordinario. Tenía una visión muy profunda de la vida. Una persona muy coherente que ha vivido como ha pensado", defendió ayer el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.

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