Luis García San Miguel, catedrático
Ex decano de Derecho de Alcalá, editó los apuntes de Clarín
A los 77 años falleció Luis García San Miguel, catedrático emérito de la Universidad de Alcalá, largos años decano de la Facultad de Derecho, hombre sabio y "en el buen sentido de la palabra, bueno". Hay que desembarazarse de no pocos prejuicios para sacar del baúl una denominación que tan bien encaja en el amigo desaparecido. Sabiduría no se refiere a simple acumulación de saber, que en Luis era mucho y muy diverso, sino a aquello que lo unifica y le da sentido, esa perspectiva, ganada a la vida, que mezcla en la medida justa escepticismo con humor y tolerancia. Es un don que proviene de la confluencia de la inteligencia con la bondad, algo que ocurre raramente.
Luis García San Miguel pertenecía a la generación que, si manifestaba sus ideas democráticas, se cerraba el camino a la cátedra. Además de ayudante de Aranguren y de Ruiz Giménez, dos libros de aquella época, Notas para una crítica de la razón jurídica (1969) y La sociedad autogestionada: una utopía democrática (1972), bloquearon por muchos años su carrera universitaria. Tampoco fue fácil con la transición, al colocarse, como él decía con humor, entre las dos escuelas dominantes, "la de Trento" (el iusnaturalismo católico de los discípulos de Elías de Tejada) y "la de Ferraz". García San Miguel fue un liberal con inclinaciones socialdemócratas, cuando el PSOE todavía jugaba al marxismo revolucionario.
Además, su pecado fue haber publicado dos artículos en 1974, recogidos después en su libro, Teoría de la transición (1981), donde sostenía que el franquismo podría transformarse de modo que una muy débil oposición democrática no tendría otro remedio que asumirlo. Nada de ruptura ni siquiera una pactada, sino reformismo desde el interior del régimen. Contra lo que entonces muchos pensábamos, García San Miguel estaba convencido de la enorme capacidad de reforma que yacía en el último franquismo.
Luis García San Miguel fue un asturiano que ejerció como tal. Manzana de Oro del Centro Asturiano de Madrid en 1995, no quiero dejar de citar entre sus ensayos El pensamiento de Leopoldo Alas, 'Clarín' (1987).
García San Miguel fue de esas personas sabias y buenas, que no hacen ruido ni producen torbellinos a su paso, porque sólo aspiran a darse a sus amigos y discípulos, pero cuando desaparecen sabemos lo mucho que hemos perdido.
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