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Una planta desbordada y llena de averías que necesitaría duplicar su capacidad de filtración

La depuradora de Vigo fue inaugurada en 1998, pero tardó en alcanzar pleno rendimiento y, cuando lo hizo, ya estaba desbordada por la afluencia de residuos a tratar. Ahora tiene capacidad para depurar 1,5 litros por metro cúbico recibido y necesitaría duplicar exactamente esa capacidad. En este tiempo, las frecuentes averías y colapsos se han solventado con vertidos directos de las aguas residuales. Además, el Ayuntamiento está negociando con los vecinos del entorno su erradicación, única salida para rescatarlos del infierno pestilente al que les condenó la obra, ya que ésta no admite más filtros.

La dispersión de la población sobre el término municipal dificulta cumplir el requisito de emplazar la depuradora a menos de 2.000 metros de las viviendas. Por eso, el plan general de urbanismo propone su ubicación en el relleno de Bouzas, donde el Ayuntamiento no tiene competencias, que corresponden a Autoridad Portuaria. Y la presidencia de este organismo del Estado la desempeña desde hace un año Abel Caballero, a su vez candidato socialista a la alcaldía viguesa, que rechaza propuesta del gobierno municipal por entenderla como una imposición.

El asunto pende como una amenaza sobre el plan general de urbanismo, enviado hace medio año a la Xunta para su aprobación y que será sancionado a finales de enero. No podrá aprobarse sin tener resuelta la ubicación de la depuradora. El Ministerio de Medio Ambiente garantiza la financiación de la obra si se concreta dónde ubicarla.

En esa tesitura, el gobierno vigués formuló la alternativa de cabo Silleiro, en Baiona, para dar servicio a todos los municipios de la ribera meridional de la ría y con la ventaja de que permitiría mandar los vertidos a mar abierto, ya que las actuales depuradoras de todos los municipios ribereños no están diseñadas para eliminar totalmente la contaminación biológica. Según los informes de los técnicos municipales, aunque la de Vigo cumpliese al ciento por ciento la normativa de tratamiento, no evitaría una carga contaminante sobre la ría equivalente al de 80.000 habitantes, sin contar la que se genera cuando llueve, como consecuencia de los alivios de una red de colectores que transportan a la vez agua residual y de lluvia.

Pero Baiona tampoco acepta que coloquen la depuradora en sus dominios, y de ahí que el gobierno vigués traslade el problema a la Xunta aduciendo que la contaminación de la ría, sobre la que pesa una multa de la Comisión Europea, no la genera sólo Vigo.

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