Amnesia histórica

Mientras veía el reportaje sobre la memoria histórica que emitió Informe semanal (TVE-1), con citas de Miguel Hernández y una argumentación que enfatiza las emociones y la recuperación de la dignidad, recordé el interesantísimo documental que el jueves emitió Canal +. Se titula Hombre blanco no identificado y cuenta la peripecia de Doug Bruce, un ex corredor de Bolsa que, en un viaje en metro, pierde la memoria y de cómo, con tanta voluntad como miedo, reinicia su vida sin apenas raíces. A través de los diagnósticos médicos, de los testimonios de quienes le conocieron antes de la amnesia y de la propia experiencia del protagonista descubrimos que la identidad se construye sobre referencias susceptibles de ser acumuladas en el disco duro cerebral. Y, sin embargo, los recuerdos almacenados no son exactamente la recreación literal de lo que aconteció sino una versión vulnerable de la que, en situaciones extremas, se puede incluso prescindir. "Es como estar a oscuras", dice Bruce. Pero a medida que pasa el tiempo y que avanza en la investigación sobre su propio pasado (su madre fallecida, sus amigos, sus aficiones, las ciudades en las que vivió), parece que lo vea más como una losa de la que, para seguir adelante, necesita desprenderse. Y ése es el elemento más fascinante del documental, cuando el espectador comprueba que las imágenes del pasado del amnésico no se corresponden en absoluto con las del Doug actual.

Él mismo observa su yo anterior con una mezcla de sorpresa y perplejidad, como si lo que ve le produjera cierto rechazo. Si antes era cínico y descarado ahora se muestra reflexivo y más sensible. Si antes le gustaba tomar cervezas con los amigos y lanzarse en paracaídas, ahora se concentra en unos retratos fotográficos melancólicos, en el seguimiento médico de su anomalía neuronal y en cuidar a su novia australiana. De manera que, en el caso de Bruce, el drama del olvido y de la amnesia acaba siendo la oportunidad para empezar de nuevo, sin pasado.