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AL VOLANTE | PRUEBA
Columna
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Seguro y equilibrado

El Volvo C30 destaca por su originalidad estética y su línea, casi de cupé, lo que le distingue de otros modelos de su tamaño. Por dentro mantiene la sobriedad del diseño escandinavo, pero no destaca por su sentido práctico, porque está homologado sólo para cuatro plazas, el maletero es pequeño y faltan huecos. Sin embargo, ofrece un funcionamiento suave y refinado, se conduce con facilidad y transmite sensación de seguridad. La posición de conducción es baja y resulta algo justa en espacio para las piernas si se mide más de 1,80 metros. Pero a pesar de su carrocería afilada tiene suficiente altura interior, una visibilidad correcta y no agobia.

Un turbodiésel apropiado

El C30 se vende con tres motores turbodiésel y aunque el 1.6 de 109 CV) ofrece ya un buen rendimiento, la versión 2.0 de 136 CV es más apropiada para disfrutar las cualidades del Volvo más pequeño. Este propulsor va unido a un cambio manual de seis marchas con un escalonamiento muy acertado para sacarle el máximo partido. Responde con fuerza a partir de 1.800 vueltas para circular en el tráfico urbano sin tener que cambiar a menudo y después sube de régimen con brío y se estira por encima de las 4.000. Las prestaciones son más que suficientes para viajar con soltura y aunque no ofrece unas aceleraciones fulgurantes, adelanta con brío y no se inmuta en las subidas, incluso viajando con carga. Además está bien aislado por dentro, no vibra y apenas se oye el sonido del motor.

Otra virtud es el consumo, bastante bajo para lo que corre: gasta menos de siete litros en conducción suave y sólo pasa de ocho en ciudad y apurando las marchas.

Bien equipado en seguridad

El C30 comparte el chasis de los S40 y V50, y del Focus, una de las referencias en estabilidad entre los coches de este tamaño. El nuevo Volvo mantiene sus virtudes y ofrece una conducción fácil al alcance de todos los públicos que transmite seguridad.

Sólo la dirección exige cogerle el tacto: en ciudad es blanda para maniobrar y circular, algo que se agradece. En cambio, en carretera resulta lenta cuando se empieza a girar el volante al comienzo de la curva, aunque después obedece de forma más inmediata a lo que se ordena. Y en línea recta es también muy sensible y sigue un poco las irregularidades del piso. Las suspensiones tienen unos reglajes más bien deportivos que no penalizan en exceso el confort y permiten viajar con comodidad correcta, incluso en trayectos largos. Y el conjunto ofrece una buena estabilidad, con pocas inercias y balanceos en tramos virados y una conducción ágil y manejable.

Los frenos paran bien sin alardes y toda la gama incluye de serie el control de estabilidad (DSTC en Volvo), que evita cualquier susto. Entre las opciones se ofrece el sistema BLIS, que avisa con una luz en el retrovisor exterior cuando hay algún vehículo en los ángulos muertos del coche.

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