Lady Di
Fue un accidente y no estaba embarazada. Una concienzuda investigación de Scotland Yard, recogida en un informe de 800 páginas, descarta las hipótesis conspiratorias sobre la muerte de la princesa Diana en 1997 al estrellarse el coche en el que viajaba en compañía de su novio, Dodi al Fayed.
El informe no tendrá efecto alguno sobre la incólume fe de millones de personas en la teoría del asesinato de Lady Di como resultado de una conspiración en la que estarían implicados servicios secretos de varios países, bajo inspiración de la casa real británica, deseosa de evitar el matrimonio de la princesa -que estaría embarazada- con un árabe. Entre quienes sostienen tales teorías figura el padre del acompañante de la princesa y dueño de los almacenes Harrod's, de Londres, que ya ha descalificado el informe de Scotland Yard diciendo que sus autores están comprados y augurado que un juicio "con jurado popular" respaldaría "la validez de sus creencias".
Creencias. Es antigua la tendencia del ser humano a creer que detrás de toda gran catástrofe o desgracia personal tenga que existir una autoría tenebrosa que alguien quiere ocultar: todavía hoy pueden encontrarse en Internet las más disparatadas teorías sobre los verdaderos autores del asesinato de las tres adolescentes de Alcàsser, Alicante, hace 14 años, que las autoridades habrían ocultado.
El rechazo a la versión judicial sobre el 11-M es de la misma estirpe: se fundamenta en la explotación por parte de unos pocos de la resistencia de muchos a admitir los hechos que no confirmen las hipótesis más escabrosas. Como Mohamed al Fayed, se niegan a creer que una tragedia tan grande no tenga detrás una conspiración a su altura.
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