La fatalidad de vivir
Es de agradecer que haya algún azar favorable que proponga la recuperación de autores que, sin necesidad de ser proclamados a bombo y platillo, nos enfrentan a una concepción ética de la literatura de la que hoy, precisamente, no andamos sobrados. No es que el ingrediente ético sea un valor en sí mismo, pero posee, al menos, la garantía de que no anidará en sus líneas la ingeniosidad barata, ni mucho menos la trivialidad. El italiano Beppe Fenoglio (Alba, 1922-Turín, 1963) fue un escritor fatídicamente aislado -"el más solitario de todos", según Calvino-, apenas reconocido en vida y consagrado póstumamente. Luchó con los partisanos, y comenzó a escribir al término de la guerra, mientras trabajaba en una empresa enológica. De orígenes modestos, su narrativa se centra en la cruda existencia del campesino piamontés y en la experiencia partisana; a Fenoglio se deben las novelas más significativas de la Resistencia, que se desvían del heroísmo monocromo y transparentan los conflictos internos. De esta temática sólo disponemos en español, publicada por Barataria en 2004, de Un asunto privado, de la que el mismo Calvino dijo que era "el libro que nuestra generación quería escribir".
LA PAGA DEL SÁBADO
Beppe Fenoglio
Traducción de José Antonio Soriano
Barataria. Barcelona, 2006
141 páginas. 14 euros
LA MALA SUERTE
Beppe Fenoglio
Traducción de María Dolores Valencia y Victoriano Peña
Huerga & Fierro
Madrid, 2006
118 páginas. 14 euros
La paga del sábado fue recha
zada, en 1950, por Elio Vittorini como director literario de Einaudi -sugiriéndole que transformara la novela en dos relatos-. Resulta oportuno recordarlo, porque lo que entonces se veía como una promiscua mezcla de férreo neorrealismo y género negro es hoy uno de sus atractivos. Aunque, ciertamente, la historia de inadaptación en la posguerra del partisano a quien "la guerra ha roto los hábitos de la vida de aquí" se queda por debajo de su propósito, al carecer de densidad argumental y ofrecer, más que una novela, el esqueleto de un proyecto novelístico. Pero en sus mejores momentos la escueta narración recuerda a James M. Cain, con quien Fenoglio comparte el mismo sentido trágico.
Por el contrario, La mala suerte (que Bassarai publicó en 2000 con el título La ruina) es un relato implacable, de extraordinaria eficacia y ejemplaridad. Un verdadero tratado sobre la fatalidad y la servil condición, a comienzos del siglo XX, de la vida campesina en la Langhe, la región montañosa más dura del Piamonte meridional. Contado por Agostino Braida, aún un muchacho, obligado a trabajar, como criado, en un caserío ajeno, describe sin dramatismo, se diría que con vergüenza, la brutalidad y los estragos a que conduce la precariedad y la pobreza: "Yo sólo era un animal de carga, con la desventaja de que hablaba". Inevitablemente violenta, sin embargo está más impregnada de melancolía e indulgencia que de tosquedad. Y, pese a su asfixiante atmósfera, la narración se proyecta a un futuro donde la voluntad de resistencia vence a la resignación.
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