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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Peter Boyle, actor

Alcanzó la fama al hacer de monstruo en 'El jovencito Frankenstein' e interpretó más de 90 películas

Peter Boyle ha sido uno de los actores más populares para el gran público durante las últimas tres décadas, en especial a raíz de su unión con Mel Brooks y Gene Wilder en uno de los iconos de la comedia de los años setenta, El jovencito Frankenstein (1974), en la que Boyle interpretaba a un monstruo de lo más iconoclasta. El actor murió el pasado día 12 en Manhattan, a los 71 años, aquejado de varios melanomas y de una afección cardiaca.

Sí, Boyle fue el jovencito Frankenstein, pero también mucho más. Fue un actor de raza, de los de antes, hiperactivo hasta el extremo de participar en más de 90 películas y capaz de interpretar cualquier tipo de personaje.

Boyle fue también el abuelo racista y maligno de Monster's ball (2001), el pragmático detective de El hombre de Chinatown (1982), la clave corrupta que desvelaba la intriga de Atmósfera cero (1981), el sabio consejero de Robert de Niro en Taxi driver (1976)... la lista sería interminable. También participó en numerosas series televisivas, capaz de atesorar cinco candidaturas a los premios Emmy por su trabajo en la serie Raymond durante nueve temporadas.

Peter Boyle debutó como actor en la gran pantalla, sin acreditar, de la mano de Sidney Lumet en El grupo (1966); pronto conseguiría destacar con un personaje principal en la sobresaliente Joe, ciudadano americano (1972), una crónica terrible de la América intolerante, en la que su personaje de alcohólico lleno de odio, en guerra contra hippies y representantes de la contracultura, crecía bajo una mirada que latía con hondura inolvidable; una mirada de amplísimos matices, explotada por decenas de directores; en pocas ocasiones volvería a disfrutar del estatus de actor principal, pero su carácter de actor de reparto le sirvió para plantar cara a todas las estrellas, a muchas de las cuales devoró literalmente en la pantalla.

Y tras medirse, entre otros, con Candice Bergen en Perdida en la ciudad (1971) y con Robert Redford en El candidato (1972), surge su gran oportunidad con una comedia, con la locura en la que Mel Brooks se atrevía a parodiar uno de los mitos del cine de terror. Ningún aficionado olvidará al monstruo de Frankenstein recreado por Boyle, destrozando junto con Gene Wilder una canción de Irving Berlin.

Desde entonces, los terrenos cómicos también sirvieron para disfrutar de Peter Boyle: desde mediocridades como Los desmadrados piratas de Barba Amarilla (1983) hasta pequeñas diversiones como Una pandilla de lunáticos (1989), en la que se mostraba como inenarrable paciente psiquiátrico.

La historia de Peter Boyle es la historia de más de tres décadas de cine norteamericano. Y también de su televisión (en 1977 se atrevió a interpretar al execrable senador McCarhy en la producción de la NBC Tail gunner Joe). Décadas abundantes en obras olvidables, pero también recurrentes en películas magníficas, de todo porte, en sí mismas excelentes, pero agigantadas por su presencia, por su talento, por su compromiso.

Peter Boyle nació en 1935 en Filadelfia, educado en La Salle e hijo de familia devota, y llegó a ingresar en un monasterio. Nunca le agradeceremos lo suficiente que cambiase los hábitos por las cámaras de cine. Cada vez quedan menos gigantes.

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