La segunda juventud de Gustavo López
"Tengo la ilusión de un pibe de 20 años", dijo Gustavo López (Buenos Aires, 1973) tras la inacabable negociación para renovar una temporada más, la última de su carrera, con el Celta. El jugador más veterano del cuadro de Fernando Vázquez es el símbolo de la afición del club vigués, que est noche se mide en Sicilia al Palermo, tercero en el Calcio.
El zurdo céltico, reconvertido para la banda derecha desde los tiempos de Marcelo Bielsa en la selección argentina, se ganó al público cuando se quedó en el equipo durante la travesía por Segunda, hace dos temporadas. La desbandada fue total, pero el argentino levantó los ánimos de la grada y aseguró que seguiría en Vigo hasta el último día. También se ha decidido a residir en la ciudad gallega tras su retirada.
El público le recompensa con un gesto ritual: cada vez que sale a calentarse, los hinchas le cantan y le piden que bote y el extremo responde llevando el ritmo. Hace unos meses le homenajearon -precaución gallega- por si no prosperaba la renovación.
Tras los años de gloria y consagración -la época de Mostovoi, Karpin y los triunfos en Europa-, el zurdo pasó una etapa gris marcada por sus lesiones y por la decisión de los entrenadores de hacerle sitio en el banquillo.
Aunque no se cuestiona su entrega, todavía hay quien se pregunta si la media docena de regates que puede hacer en unos segundos -maneja el pie izquierdo como un stick de hockey, rodeando la pelota con cada parte de la bota- no podría sustituirse por un pase directo al compañero que queda sin marcaje. Ahora ha recuperado la titularidad y el técnico, Fernando Vázquez, dijo que ha vuelto con la competitividad de campañas anteriores. Al jugador, que lo aprendió todo en la cancha del Independiente, le ha resucitado la misma competición europea que le consagró en los años 90.
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