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Las actividades extraescolares

Tarde sin pausa entre actividades obligadas y aficiones elegidas

Jesús Garduño tiene 11 años, estudia 6º de Primaria en Huelva y le encanta leer tebeos de Las aventuras de Tintín. Pero eso lo hace sólo por las noches, después de haber cumplido una jornada laboral más que completa. Cuando termina sus horas de colegio, dedica una hora y media cada tarde de miércoles y viernes a estudiar inglés en una academia privada de la capital. Los lunes, martes y jueves, recibe clases de una hora por la tarde de fútbol y baloncesto. "Cuando vengo del cole, como; después descanso un rato, hago las tareas, voy a la clase que me toque; vuelvo y sigo con la tareas; ceno y me acuesto", explica con naturalidad. Y entonces, sí, lee a Tintín, "o la colección de El pirata Garrapata", apunta.

En la familia de Jesús se ha llegado a un acuerdo: el inglés "no es negociable", dice con una sonrisa la madre, María del Carmen Fernández. El resto de actividades sí están elegidas por el crío. "El inglés no se negocia porque los padres sabemos lo importante que es para los hijos en el día de mañana. Y ellos ya lo notan, porque prácticamente es una asignatura que ya no les hace falta estudiar en el colegio", comenta María del Carmen. Y no ha sido la primera actividad impuesta a Jesús y su hermana, Cristina, de 14 años. "En septiembre, antes de que comenzase el curso, les apuntamos a clase de mecanografía, porque entendemos que es algo que también les será muy útil en el futuro", dice Jesús Garduño, padre de los dos chavales.

Al tener 11 años y una carga de tareas y trabajo en general menor, Jesús dice que compatibiliza bastante bien los estudios con las actividades extraescolares. Pero su hermana Cristina, que ya estudia 3º de ESO, debió renunciar a una de las que ella había escogido y de la que es apasionada, el baile. "Cuando era más pequeña tenía dos días a la semana clases por las tardes en el colegio, estaba apuntada al inglés otras dos tardes y las clases de danza. Había veces que parecíamos aquellos episodios de la serie Benny Hill, en la que todo iba a cámara rápida. Llegaba, comía, hacía las tareas, terminaba la merienda por el camino, volvía, descansaba, cenaba, terminaba las tareas...", comenta el padre.

Cristina reconoce que hubo un momento en que ya se estaba agobiando, que se acostaba demasiado tarde para poder hacer todas las tareas y que muchas mañanas estaba verdaderamente cansada. "Lo que buscamos en casa es el equilibrio entre el descanso, las actividades que complementen su formación y las actividades que simplemente les distraigan y les gusten. Y desde luego buscamos que haya un tiempo del día que puedan compartir con nosotros", el padre, quien deja ver en sus palabras su experiencia como maestro y psicólogo. El orden y la logística es clave para que la familia al completo se organice. "A comienzos de curso nos hacemos un horario completo de los cuatro y lo ponemos en la cocina, para saber lo que tiene que hacer cada cual. De todas maneras siempre se lía algún día".

Tanto María del Carmen como Jesús, reconocen que les hubiese gustado que sus hijos hubiesen heredado alguna de sus aficiones, como la música. "Nos planteamos que hiciesen piano, pero hay que priorizar y vimos que no se podía, que era invertir demasiado tiempo", comenta la madre. A lo que completa su marido, señalando que "también hay que ver qué aptitudes tiene cada uno para cosas así". "Y en el caso de mi hija Cristina, el baile se le da muy bien, pero la música no tanto. Y a Jesús que sí tiene muy buen oído, simplemente no le apetece hacer piano, aunque a mí me encantaría porque lo estudié varios años".

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