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Reportaje:

Cuidadores de 75 años

Una asociación ofrece compañía a ancianos necesitados con voluntarios de la tercera edad

Es viernes y Belén Cabieces, de 76 años, se encuentra en el interior de la Casa de la Misericordia de Bilbao, donde reside, a la espera de uno de los mejores momentos de la semana. Ese día, y también el miércoles, Mari Cruz Rapado, que es cuatro años mayor de Belén, acude a hacerle compañía. Belén sufrió en 1991 una trombosis que la dejó hemipléjica. Mari Cruz es una de las voluntarias de Nagusilan, una asociación en la que personas mayores se dedican a cuidar y acompañar a otras personas mayores de forma voluntaria.

Para Mari Cruz Rapado esta actividad de voluntariado fue la forma de "salir de casa" al quedarse viuda. "Tenía tiempo libre y pensaba en qué podía hacer, no para ganar dinero, sino para mantenerme activa", explica. De esta forma llegó hace nueve años a Nagusilan y a la Casa de la Misericordia. Aunque está disponible para acompañar a cualquiera, ahora con quien más pasa el tiempo es con Belén. "Ella está muy bien de cabeza y paseamos y charlamos mucho. Resulta que a ella y a su marido les conocí hace 20 años y, aunque ambas hemos cambiado mucho, nos hemos reconocido. A veces tenemos conversaciones del año de cachupín", comenta Mari Cruz Rapado.

Nagusilan lo forman "personas jubiladas antes de tiempo", manifiesta su presidente en Vizcaya
"Se me caía el mundo, pero luego me enganchó. Y fue todo gracias a una mujer con alzheimer"

Ella suele ir acompañada de otra amiga viuda, también voluntaria, Marichu Berrueco, de 76 años. "Mi marido se murió de alzheimer y, cuando empecé en esto, lo pasé muy mal, porque muchas de las personas que acompañaba tenían esa misma enfermedad o una demencia", dice Marichu de sus primeras experiencias. "Se me caía el mundo, pero luego me enganchó. Y fue todo gracias a una mujer con alzheimer. Así es la vida", sentencia.

Desde hace cinco años Marichu suele ocuparse de Isabel, de quien dice que es "un encanto y siempre sonríe, aunque no habla nada". Lo peor de su labor voluntaria con personas mayores, afirma, es que "estamos viendo morir a muchas con las que te habías enganchado".

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Ambas pasan esos dos días de la semana, miércoles y viernes, un par de horas largas con sus ancianas, paseándolas, hablándoles, haciéndoles compañía. "Estas personas son las más necesitadas. Están muy bien atendidas en la Casa de la Misericordia, porque las monjitas las tratan de maravilla, pero las familias se ocupan poco, en su mayoría", comenta Maruchi.

Belén Cabieces, desde su silla de ruedas especial para hemiléjicos, asegura ser una de las residentes afortunadas con visitas familiares frecuentes. Las que más le animan, reconoce, son las de su nieto de 26 años, que coge a su abuela y la lleva "a todas partes", al Paseo de Uribitarte, al Guggenheim, por todo Bilbao.

Nagusilan es una organización que creó en San Sebastián en 1995 Juan María Garitano, que antes había sido alcalde de Zumarraga y diputado, explica Juan Gutiérrez Zorrozua, presidente y fundador de Nagusilan en Vizcaya, en 1998. Juan Gutiérrez tiene 80 años, acaba de superar un cáncer y se encuentra en plena forma, pero desea encontrar alguien en quien delegar ya la presidencia de la asociación.

"Toda mi vida se ha basado en la relación con la gente, quizá porque tuve una educación muy rígida. Fui religioso hasta 1952. Luego me casé y he tenido cuatro hijas y ocho nietos", relata. Dedicado siempre a temas parroquiales, al cumplir 75 años creyó que había llegado el momento de "devolver a la vida algo de lo mucho que yo había recibido". Primero, trabajó ocho años dando clases a niños con fracaso escolar. Después, se dedicó durante otros seis años a atender a presos toxicómanos. "Y fue entonces cuando en televisión vi a una persona que hablaba de Nagusilan y decidí fundarlo en Bilbao", explica Gutiérrez.

Nagusilan lo forman "personas jubiladas antes de tiempo", asegura su presidente en Vizcaya. "Muchos estamos con plenas facultades. Hay otras personas a las que les falla el oído, no ven bien, caminan peor. Esas personas se apartan de la sociedad y nosotros vamos a llevarles la sociedad a ellos", explica. Según Gutiérrez, cuando se fundó Nagusilan en Vizcaya el 17% de la población de este territorio era mayor de 65 años, "y ahora somos el 18,5%, y seguirá subiendo este porcentaje porque la sociedad está envejeciendo".

La soledad en personas mayores con problemas físicos o psíquicos, señala, "incide directa y gravemente" en el deterioro de su salud. Nagusilan intenta paliar esta soledad, pero sus voluntarios son también personas mayores que, como recuerdan entre risas Mari Cruz Rapado y Marichu Berrueco, algún día necesitarán una compañía.

Los voluntarios de Nagusilan invierten un 60% de su tiempo en visitar a personas en residencias, un 25% en acompañar a personas particulares y "el resto, a formación", comenta Gutiérrez. En su labor, los voluntarios se adaptan a lo que los ancianos requieren: "A veces es un voluntario el que acompaña a un anciano; otras un voluntario acompaña a dos ancianos que se pueden valer mejor, y también hay veces que se necesitan dos voluntarios para atender a una persona", dice Gutiérrez.

En Vizcaya, Nagusilan dispone de unos 130 voluntarios, desde 55 años en adelante. "La más veterana tiene 89 años y es la solista del coro", apunta Gutiérrez.

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