De prácticas con Lumière
Josep Maria Queraltó cederá parte de sus 15.000 objetos de cine al museo que proyecta la Universidad Pompeu Fabra
Los alumnos de audiovisual de la Universidad Pompeu Fabra podrán conocer cómo se hacía cine desde Lumière. La novedad es que lo podrán hacer en directo, con las filmadoras y los proyectores de la época -muchos de ellos en perfecto estado de funcionamiento- que atesora el técnico cinematográfico Josep Maria Queraltó. Lo más curioso es que parte de ese tesoro está a dos pasos de la próxima ubicación de los estudios audiovisuales de la Pompeu, en Ca l'Aranyó. En medio del actual distrito teconológico del 22@, un almacén contiene gran parte de las 15.000 piezas que integran el fondo del coleccionista. Por citar sólo unos ejemplos, desde un cinematógrafo de 1895, la epoca de Lumière, a una cámara de Luis Buñuel.
El coleccionista ha reparado más del 40% de los antiguos equipos que almacena
Ese acuerdo quedó rubricado hace dos semanas en un convenio entre Queraltó; el rector de la Pompeu, Josep Joan Moreso; el presidente de la sociedad 22@, Miquel Barceló, y el director general de la Fundación Barcelona Media, Vicente López. Supondrá que el fondo de Queraltó y él mismo, como especialista, se integra en el desarrollo del museo la Fábrica de los Media, un espacio que quiere divulgar el pasado y el presente de la creación, producción y distribución de los productos relacionados con el sector audiovisual. La impresionante colección de Queraltó formará parte del futuro museo, que será, según sus promotores, parte activa en la formación universitaria.
El proyecto está en redacción y se prevé que dentro de tres años esté listo. No se conoce, de momento, la superficie que ocupará. Puede ser que se ubique en las naves pendientes de rehabilitación junto a la pieza central de Ca l'Aranyó -donde estarán los estudios audiovisuales de la Pompeu- o que ocupe alguno de los edificios nuevos en construcción.
Lo que todavía es más difícil de imaginar es qué parte de la colección de Queraltó será cedida al museo. La ventaja es que se trata de un fondo de 15.000 piezas. Entre tanta oferta, no es probable que haya problemas para decidir qué material se cede al museo y cuál no. De hecho, el propio Queraltó llevaba ya un tiempo planteando que alguna institución le respaldara en la idea del museo. A la espera de que eso ocurriera, ha paseado parte de su colección en certámenes como el festival de cine de Donostia. Técnico de cine profesional, Queraltó ha ido acumulando cámaras cinematográficas que utilizaban todo tipo de películas, copiadoras, proyectores, linternas mágicas y fonógrafos prácticamente de todas las épocas.
La mayor parte del material está perfectamente clasificado y ordenado en un almacén del Poblenou, aunque Queraltó tiene otro almacén fuera de Barcelona. "En el de fuera están las cintas", aclara paseando entre las estanterías del local, atiborrado de máquinas. Algunas de ellas son realmente sorprendentes, como el fusil fotográfico, un nombre absolutamente fiel a su forma: es un dispositivo alargado -en forma de fusil- que incluso tiene gatillo. Se trata de una cámara fotográfica fabricada en Gran Bretaña en 1915 -aunque las etiquetas del aparato están en japonés- que recibía ese nombre porque disparaba ráfagas de 16 fotografías. Otro instrumento singular: el zootropo, un aparato de plancha de cartón duro y pie de madera. El que tiene Queraltó fue fabricado en Gran Bretaña en 1867, aunque el invento, del científico William George Horner, data de 1834. Es un tambor circular con ranuras verticales a través del cual el espectador puede observar unos dibujos dispuestos en tiras. Si el tambor se gira con la suficiente rapidez, se tiene la sensación de estar en movimiento, el principio del cine.
En el sótano del almacén, Queraltó tiene unos impresionantes proyectores, algunos de los cuales viajaron desde la desaparecida Unión Soviética a Cuba y volvieron a cruzar el Atlántico hasta reposar en ese almacén del Poblenou. Ese inquieto técnico de cine ha ido recogiendo todas esas joyas a veces rescatándolas de cualquier sitio o de manos de particulares que tenían pequeñas colecciones de las que, llegado un momento, el propio coleccionista o sus herederos querían desprenderse.
La principal cualidad de esa colección es que gran parte de ella, al menos el 40%, está en perfecto estado de funcionamiento. "Creo que pueder ser realmente interesante para un estudiante de cine o de audiovisual que pueda comprobar no sólo cómo se hace ahora, sino cómo se hacía hace 100 años". Conocer, por ejemplo, un proyector que, además de reproducir la imagen, tenía acoplado un disco de piedra en el que previamente se había grabado el sonido, un sistema que se utilizó en el tránsito del cine mudo al sonoro y que fue causante de no pocos fiascos en las exhibiciones al desajustarse imagen y sonido o engancharse el disco, algo que mostraron cómicamente Gene Kelly y Jean Hagen en Cantando bajo la lluvia.
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